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Alessandro hubiera querido que su plan estuviera listo para esa misma noche y acabar así con la tortuosa distancia entre él y Camila, pero involucraba a varias personas y decoraciones que no se podían coordinar en tan poco tiempo

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Alessandro hubiera querido que su plan estuviera listo para esa misma noche y acabar así con la tortuosa distancia entre él y Camila, pero involucraba a varias personas y decoraciones que no se podían coordinar en tan poco tiempo.

Hubiera querido dejar todo a un lado y presentarse ante la puerta de su amada para robarle los labios y decirle, de muchas formas, lo tonto que se sentía por no haberla escuchado antes.

Hubiera querido regresar en el tiempo para evitarle la angustia desde el principio.

Pero confiaba en su plan y se aguantó todas las ganas por buscarla, aunque eso significara esperar unos días más.

En medio de todo, todavía debía lidiar con sus obligaciones laborales y el lío de su gemelo con la policía, que no parecía muy convencida de su testimonio.

En poco tiempo Emmett fue capturado en Suiza y extraditado a Inglaterra.

Nunca le había salido algo tan fastidiosamente mal a Dante.

Estaba siendo cauteloso, esperando el momento apropiado para no verse comprometido y entregar una supuesta carta escrita por Emmett, donde declaraba sus oscuras intenciones hacia la potentada familia Ward.

Pero con Emmett en manos de la policía, con una esposa e hijo recién nacido de por medio, dedujo enseguida que este confesaría todo a cambio de una reducción de pena.

La verdad resurgiría finalmente, porque Emmett fue el único que supo los motivos reales de Dante para desaparecer a Camila, y como autor intelectual por intento de homicidio, su pena sería tanto o más alta que la de su cómplice.

Pensó un momento y suspiró, sentado detrás de su gran escritorio en la oficina.

Había sido una buena vida, después de todo. Una grandiosa.

Le quedó la presidencia del conglomerado pendiente, pero a más de eso, soñó, trabajó y cumplió cada una de sus metas.

Si tocaba empezar de cero, estaba dispuesto a hacerlo.

Y era casi un regalo, porque se sentía aliviado.

Ni siquiera su nuevo asistente se dio cuenta cuando Dante se fue. Llegó la policía de sopetón al final del día con orden de arresto, además se reunieron un montón de periodistas a la salida del edificio. Estaban todos con los nervios de punta. Nadie podía creer por lo que se lo acusaba.

Alessandro dejó caer su peso en una silla. Se enteró en su pizzería y se quedó en silencio por largo rato, tratando de asimilar el tamaño de la maldad y ambición de su gemelo.

A Dante le hubiera dado rabia enterarse que Alessandro sintió lástima por él.

―Hermano mío —contestó la llamada del gemelo, con la serenidad que lo caracterizaba.

―¿Por qué huir, Dante? Entrégate y arregla este desastre.

―Agradezco tu preocupación. Al contrario, soy yo quien te aconseja que no le des tanta importancia, la gente olvida rápido. Y ustedes, como familia, estarán bien, basta con que sepan que estoy tranquilo, que no le debo nada a nadie. Aunque lástima por Emmett, pero ambos sabíamos a lo que nos exponíamos. Y tal como en su momento le dije a Camila, no fue nada personal. Eres mi hermano y te quiero —y un poco ronco agregó—: Eres fuerte y te admiro por eso.

Ya no quiero rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora