19. Mi decisión (parte 2)

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Esa noche las estrellas brillaban tan intensamente que parecía magia, eso pensaba Louis mientras las observaba, sosteniendo una copa de plata casi vacía. Estaba tomando un poco de aire fresco, había pasado la noche observando divertirse con sus amigos al bello omega que tanto adoraba. Deseaba con cada parte de su ser que esa sonrisa jamás se perdiera, que el brillo de es sus ojos no se apagara o nublara con lágrimas de dolor o tristeza, que el melodioso sonido de su risa inundara sus oídos cada día, el resto de su vida; hacerlo feliz y protegerlo. Cerró los ojos con fuerza rogando hacia el cielo por todo esto, sin importar el precio que tuviese que pagar para lograrlo.

—Al fin te encuentro, te estuve buscando por todas partes. —Escuchó una linda y agitada voz tras él. Se dio media vuelta con una sonrisa tranquila.

—Lo siento, necesitaba un poco de aire, demasiadas personas. —Excusó.

—Entiendo Lou, no te disculpes. —Tomó la mano del mayor. —Su majestad, ¿aceptaría bailar con el festejado de esta noche?. —Preguntó cortesmente, haciendo una pequeña reverencia.

—Oh, no hagas eso Harry, jamás te inclines ante mí, tú no. —Suplicó, tomando su barbilla para levantar su rostro. —Sería un honor para mí bailar con el ser más hermoso que mis ojos han visto. —Le miró fijamente a los ojos.

—Oh, sí... Bien, vamos. —El menor desvió la mirada con nerviosismo, dando la vuelta y tirando del brazo del consorte. Se preguntaba en qué punto, el mayor había comenzado a darle tantos cumplidos.

Al llegar nuevamente al salón, las miradas se dirigieron a los dos, era alguna especie de magnetismo que poseía esta pareja. Tomados de la mano, se dirigieron al centro del lugar. Enseguida los músicos comenzaron a tocar una balada lenta. Harry colocó una mano en el hombro derecho de Louis y con la otra tomó la mano izquierda de este; el mayor por su parte, tomó la cintura del menor y con suavidad tomó su mano derecha. Con elegantes movimientos recorrieron la pista, con la mirada fija en la del otro, nadie más existía, nada más importaba. Durante toda la melodía, nadie más se acercó a la pista, no querían arruinar aquel momento que parecía tan íntimo y tampoco querían perderse un solo segundo de observar a tan bella pareja moviéndose con tanta sincronía y suavidad, era como ver a una persona bailar con su propio reflejo frente a un espejo. La canción terminó, los presentes aplaudieron con euforia durante varios segundos, provocando que ambos chicos salieran de su burbuja, ambos se miraron apenados, pero no soltaron sus manos.

—Bravo, que linda pareja. —Harry se tensó de inmediato al escuchar aquella voz.

—¿Padre?. —Soltó el rizado, confundido, observando como aquel hombre le miraba amenazante. —¿Q-qué haces aquí?. —Preguntó, nervioso.

—¿No te llegó mi carta, hijo?. —Preguntando, fingiendo confusión.

—Su majestad, es un placer tenerlo aquí, mil disculpas si no le hemos dado la bienvenida adecuada pero no esperábamos su presencia. —Interrumpió Zayn, inclinándose con respeto al padre de Harry. —Mi reina. —Saludó a su esposa.

—Oh, el sirviente de Tomlinson. —Soltó con burla. El moreno solo soltó una escandalosa risa ante las provocaciones del hombre.

—Quizá deberíamos conversar en otro lugar. —Se acercó Louis, sin soltar a Harry.

—¿Por qué hariamos eso?. —Levantó la voz, atrayendo la atención de todos los invitados. —¿Temes que todos se enteren de que tienes secuestrado a mi hijo?. —Gritó, comenzando una ola de murmullos entre los presentes.

—¡Les agradecemos su compañía en la celebración del aniversario del príncipe Harry, la celebración ha finalizado!. —Alentó Zayn a los invitados a retirarse. —En la salida les darán algunos obsequios por acompañarnos el día de hoy. —Explicó con exagerada amabilidad.

Llamas gemelas |l.s.| Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora