24. Plomo.

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El camino hacia el punto de encuentro estuvo lleno de incertidumbre, el no saber el estado en el que Gigi y su bebé se encontraban, le provocaba una profunda preocupación que revolvía sus entrañas. Deseaba con toda su alma ver a su familia, a  su vez quería bajarse del carruaje y correr de regreso para estar al lado de su amiga, tomar su mano y decirle que todo estaría bien.

Aunque Niall se había convertido en un muy buen amigo para él, seguía siendo un alfa y uno de esos a los que les costaba tratar con los sentimientos ajenos. La situación era algo incómoda para ambos, afortunadamente el viaje solo duraría un poco más.

—Nos acercamos al punto. —Indicó Niall.

—Perdón, ¿dijiste algo?. —Preguntó Harry, distraído.

—Le decía que casi llegamos al lugar en donde se encuentra su familia. —Repitió amablemente.

—Sí, gracias. —Comentó restandole importancia.

—Ella es muy fuerte, estará bien. —Intentó animar.

—Llevaba días sintiéndose mal, le dolía la cintura, yo creía que era normal, quizá esas eran señales y no las vi. —Se culpó.

—Usted no podría saber eso, a veces suceden estas cosas y nadie puede prevenirlas. —Explicó.

—No entiendo por qué alguien tan buena como ella tiene que pasar por esto. —Limpió una lagrima de su mejilla.

—Es la vida, las cosas no siempre saldrán como quisieramos. —Replicó. El menor se quedó en silencio, viendo  la nada por unos minutos. —Llegamos. —Indicó, el carruaje se detuvo.

Ambos bajaron con tranquilidad frente a lo que parecía una finca en medio del campo, esta era propiedad del padre de Louis. Entraron, recibiendolos algunos sirvientes que habían llegado unos días antes para limpiar y acondicionar todo para que todos se sintieran cómodos. Por dentro todo se emcontraba impecable, llemo de fotografías de Louis, su familia y ancestros. La chimenea se encontraba encendida por el frío invierno que estaba aún presente.

—Aún no han llegado. —Comentó Harry.

—No deberían tardar, se nos informó que estarían aquí pasado el medio día. —Explicó el rubio.

—Espero que el clima mejore de lo contrario podría empezar a nevar. —Comentó el rizado. —Mi madre decía que cuando el cielo tuviese un color plomo uniforme, seguro caería nieve. —Comentó, frotando sus manos frente al fuego, intentando calentar sus extremidades.

—Esperemos que eso suceda cuando hayamos regresado a casa. —Dijo Niall, asomándose por la cortina de una ventana.

El silencio se hizo presente, el menor no se encontraba con mucho ánimo, no dejaba de pensar en su amiga, pero deseaba hacer a un lado esos pensamiento al menos mientras estuviese junto a su familia, o menos que deseaba era arruinar esos momentos. Algunos minutos después, alguien tocó la puerta, Niall abrió y un guardia le informó algo.

—Ya están aquí. —Informó al príncipe, quien sonrió ampliamente, apresurandose a salir.

A lo lejos vio a su hermana y a su hermano ayudando a su madre a bajar del carruaje, su corazón sintió mucha calidez y sin pensarlo mucho, corrió hacia ellos, siendo recibido por los brazos de su hermana.

—No tienen idea de cuánto los he extrañado. —Se separó de su hermana y abrazó a su madre con fuerza.

—Y nosotros a ti cariño, mi pequeño, mi bebé. —Dijo su madre con los ojos llenos de lágrimas. —Siento mucho que hace un año no dije nada para defenderte, aunque realmente no la necesitabas, me sentí tan orgullosa por escucharte tan fuerte y tan valiente. —Dijo con una sonrisa nostálgica.

Llamas gemelas |l.s.| Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora