28. Respeto.

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—Harry, basta. —Con una voz firme y oscura, Louis ordenó al menor para que detuviera su transformación, soltándose del agarre de su mejor amigo.

El rizado volteó a verle con una mirada desafiante, mostrando sus dientes mientras un gruñido salía de su garganta, amenazante. Dirigió nuevamente su atención a su objetivo, destrozando sin esfuerzo la puerta de barrotes con el peso de su majestuoso cuerpo. Se abalanzó sobre aquel hombre aterrado ante su imponente presencia, mostrando sus filosos comillos ante su rostro.

—Louis, quizá debemos irnos y dejar que lo haga, ha tomado su decisión. —Dijo Zayn con suavidad a su amigo.

—No permitiré que se manche por esa escoria. —Se acercó con decisión, hacía la jaula. —Me parece que no escuchaste Harry, he dicho que te detengas. —Ordenó con dureza.

El menor nuevamente le dirigió la mirada, suavizandola un poco, relajando los músculos de su hocico, ocultando así sus enormes dientes.

—¡Ayúdenme! ¡No quiero morir, no quiero morir!. —Gritaba el desgraciado hombre bajo las fauces del endurecido príncipe quien nuevamente le dió toda su atención.

—Harry, cariño, no te estoy pidiendo que pares como un favor, estoy ordenandote que lo hagas. —Dijo, sin mostrar expresión alguna en su rostro, acercándose lentamente a ellos.

El imponente lobo esta vez no apartó la mirada de su presa, simplemente gruñó con fuerza, empapando con saliva al hombre bajo su cuerpo. Se apartó de inmediato, colocándose en una esquina de la prisión, transformándose nuevamente. Uno de los guardias se acercó, entregándole una manta  a Louis, este fue directamente a su desnudo prometido, no sin antes observar a todos a su alrededor para asegurarse de que nadie en el lugar le dirigiera una sola mirada. Cómo era de esperarse, todos habían desviado la mirada.

—¿Ya te encuentras más tranquilo?. —Dijo Louis, tocando suavemente su espalda.

—No vuelvas a darme una sola orden en tu vida, te lo advierto. —El menor, aún eufórico por el cambio, con la adrenalina aún recorriendo su cuerpo, se puso de pie, mostrando cada centímetro de su cuerpo al ojiazul y arrebatando la manta para cubrirse. El mayor apenas notó que había detenido su propia respiración ante tal escena, dió una larga aspiración, viendo al de rizos marcharse frente a él, furioso.

—Si alguien aquí miró aunque sea por un segundo a mí prometido, le arrancaré los ojos con mis propias manos. —Amenazó a los presentes, quienes aún tenían su mirada baja. —Encarguense. —Ordenó, marchandose detrás de Harry.

(...)

El menor se encontraba dentro de la bañera, el agua ya se encontraba fría pero ni siquiera le importaba, aún sentía la furia recorrer por sus venas, pero al mismo tiempo estaba apenado ante su descontrol frente a todos, frente al joven rey. Cerró sus ojos con fuerza, haciendo que las lágrimas brotaran hacia sus mejillas, todo seguía pareciendo tan irreal, no creía que los sentimientos que desbordaba de él, realmente le pertenecieran, todo el odio, la rabia, el coraje, la sed de venganza, no entendía por qué esto le hacía sentir tan culpable, tan sucio, no se suponía que esto fuera así, él era un Omega y como tal, tenía que reprimirse y no dejarse llevar.

Del otro lado de la puerta, escuchó cómo alguien entró a su recámara y se recargó en la puerta, de inmediato su cuerpo se tensó, estaba tan abrumado que no sintió el aroma de Louis hasta que se encontraba así de cerca.

—Harry, habla conmigo, por favor. —El rey se encontraba de espaldas, recargado en la puerta cerrada del cuarto de baño de su prometido. —Sé que me necesitas. —Repetía con una voz suave.

—No puedo, me siento muy avergonzado por lo que sucedió allá y por la manera en la que te hablé, tan lleno de ira. —Con dificultad formaba las palabras, las cuales se atascaban en el nudo de su garganta.

Llamas gemelas |l.s.| Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora