★ Capítulo 13 - Parte II

1.7K 171 12
                                    

★〓★〓★〓★〓★〓★〓★〓★〓★〓★〓

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

★〓★〓★〓★〓★〓★〓★〓★〓★〓★〓

Adela G.

Empece a relatarle las partes que pude contarle de cómo empezó todo y como ella me salvo.  Con cada palabra que mencionaba mis ojos de llenaban de lagrimas y los de Miranda comenzaban a cristalizarse.

De alguna manera cada día era peor que el anterior, al principio no lo entendía, era una niña inocente, que adoraba a sus padres.

Ellos me dedicaban tiempo, ellos me cuidaban y jugaban conmigo. Mi padre pasaba por mi cada tarde al colegio, al llegar mi madre me daban un vaso de leche junto a unas galletas oreo, podría decirse que tuve una infancia feliz.

¿Verdad?

Pero no fue así.

Una noche todo cambio, la noche en la que una niña de tan solo 7 años empezó a vivir una pesadilla en su propia casa. Lo recuerdo como si fuera ayer, no podía dormir, estaba muy inquieta, así que una madrugada me levante y fui a la cocina por un vaso de leche, al bajar encontré a mi padre sentado en el sofá.

Parecía que acababa de llegar.

—¿Qué haces despierta Adela? Es muy tarde.

—Quería un vaso de leche. —le dije mientras abrazaba a ponasi mi peluche.

—Vamos por ese vaso de leche. —dijo dándome su mano.

Yo la tome y fuimos a la cocina, me sirvió el vaso de leche, me lo tome y luego me acompaño a mi habitación. Una vez estando ahí me acosté y le pedí que me leyera un cuento, y ese fue mi error, pero era una niña nunca pensé que él podría llegar a comenzar hacer eso.

—¿Qué cuento quieres que lea? —me dijo

—La caperucita roja.

Empezó a leer y yo empecé a oír cada vez más lejos su voz, aun no estaba dormida por completo, cuando empecé a sentir el rose de su mano por mis piernas, subiendo lentamente, hasta llegar a esa parte donde mi mama me había dicho que no dejara que nadie me toque.

No quise abrir los ojos, tenía miedo, sentía como mis lágrimas empezaban a salir. Pero no aguante mas abrí los ojos, lo hice y él se quedó helado viéndome y me hizo seña de que haga silencio, yo empecé alejar mi cuerpo de él, pero no, él me volvió a tomar.

—Quédate tranquila pequeña, no te hare daño.—dice

—M-mama dice que no deje que me toquen ahí.—titubeo

E X P U G N O ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora