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Adela G.
Empece a relatarle las partes que pude contarle de cómo empezó todo y como ella me salvo. Con cada palabra que mencionaba mis ojos de llenaban de lagrimas y los de Miranda comenzaban a cristalizarse.
De alguna manera cada día era peor que el anterior, al principio no lo entendía, era una niña inocente, que adoraba a sus padres.
Ellos me dedicaban tiempo, ellos me cuidaban y jugaban conmigo. Mi padre pasaba por mi cada tarde al colegio, al llegar mi madre me daban un vaso de leche junto a unas galletas oreo, podría decirse que tuve una infancia feliz.
¿Verdad?
Pero no fue así.
Una noche todo cambio, la noche en la que una niña de tan solo 7 años empezó a vivir una pesadilla en su propia casa. Lo recuerdo como si fuera ayer, no podía dormir, estaba muy inquieta, así que una madrugada me levante y fui a la cocina por un vaso de leche, al bajar encontré a mi padre sentado en el sofá.
Parecía que acababa de llegar.
—¿Qué haces despierta Adela? Es muy tarde.
—Quería un vaso de leche. —le dije mientras abrazaba a ponasi mi peluche.
—Vamos por ese vaso de leche. —dijo dándome su mano.
Yo la tome y fuimos a la cocina, me sirvió el vaso de leche, me lo tome y luego me acompaño a mi habitación. Una vez estando ahí me acosté y le pedí que me leyera un cuento, y ese fue mi error, pero era una niña nunca pensé que él podría llegar a comenzar hacer eso.
—¿Qué cuento quieres que lea? —me dijo
—La caperucita roja.
Empezó a leer y yo empecé a oír cada vez más lejos su voz, aun no estaba dormida por completo, cuando empecé a sentir el rose de su mano por mis piernas, subiendo lentamente, hasta llegar a esa parte donde mi mama me había dicho que no dejara que nadie me toque.
No quise abrir los ojos, tenía miedo, sentía como mis lágrimas empezaban a salir. Pero no aguante mas abrí los ojos, lo hice y él se quedó helado viéndome y me hizo seña de que haga silencio, yo empecé alejar mi cuerpo de él, pero no, él me volvió a tomar.
—Quédate tranquila pequeña, no te hare daño.—dice
—M-mama dice que no deje que me toquen ahí.—titubeo
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E X P U G N O ©
Teen FictionAdela fue entrenada para causar caos y destrucción a su paso, no tiene límites. Ella quiso pertenecer a una de las fuerzas especiales más importantes de los Estados Unidos la UFMA (Unidad de fuerzas mundiales anónimas). Con tan solo 22 años se ha c...