Error de principiante (1)[RESUBIENDO]

•CAPITULO 10• "Fuego"

SONG: WONDER - SHAWN MENDES

"Podríamos estar en el maldito infierno y aún así lograrias congelarme con tan solo mirarme"

ANNA MILLER

Tenía pocas horas de sueño. Estaba enfadada con mi mejor amigo ¡Y llevaba demasiado sin comer!

¡Venía con un pésimo comienzo del día!

Y precisamente no era mi exnovio la persona adecuada para mejorarlo.

—Hazte a un lado— le advertí

—Baby...

—Me estás estorbando.— intenté empujarlo, pero enredó sus dedos en mi muñeca —Suéltame.—

—No lo creo— enarqué una ceja —Tenemos una charla pendiente, baby, ¿no te parece?

Genial, esto era lo último que necesitaba.

—No, de hecho no tengo nada que hablar contigo.

Él soltó un bufido y se recostó en mi casillero. Alejándose de mí.

—¿No te bastó la paliza de mi mejor amigo?— me crucé de brazos

Nathan sonrió casi con cinismo.

—Se necesita más que unos cuantos golpes para apartarme de ti.

Lo miré confundida, no entendía lo que estaba diciendo.

Llevó su mano hasta mi rostro y con ternura acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja. El verde de sus ojos admirandome

Su sensibilidad y carisma fueron lo primero que me atrajo de él, porque Nathan no era malo, solo era Nathan.

—Te echo de menos baby.

Acarició mi mejilla con su dedo pulgar. Cerré los ojos perdiéndome en la suavidad de su toque.

—Dime— sentí su aliento en mi rostro —¿Tú no me echas de menos?

Posé mis orbes sobre él. Sus pómulos aún se encontraban algo golpeado por el encuentro de la semana pasada con Alex y pensar en él me devolvió a la realidad.

El idiota se había atrevido a engañarme, ¿y se creía que con unas simples caricias lograría enmendarlo?

¿Qué le pasaba?

Estuve a punto de decirle que era un imbécil y que se apartara, pero se me adelantaron.

—Ella no podría echar de menos nada de tu asquerosa persona.

Me sobresalté y como si me quemara me aparté de Nathan con brusquedad. Alex nos miraba a ambos.

—Siempre eres tan oportuno Carter.

—Lo sé, siempre aparezco para evitar que ella se mande cagadas.

—Oye— le dije en tono de advertencia

—¡Es cierto!— se defendió —¡Estabas por besar al sapo ese!

—No me provoques Carter— le advirtió el rubio —Si me apetece puedo mandarte al hospital con una paliza.

Mi amigo soltó una risotada llena de burla.

—Oh, ¿en serio?— ladeó la cabeza —Porque la semana anterior pareció todo lo contrario.