•CAPITULO 2• Sin él

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SONG: IT TAKES TWO – FIJI BLUE

"Aunque todo se derrumbe, y el mundo nos impulse a odiarnos siempre encontraré el modo de permanecer a tu lado"

ANNA MILLER

Las manos de Nathan recorrían el contorno de mis muslos, su boca se deslizaba por la curva de mi cuello. Estábamos recostados en el sofá de la sala. Los botones de su camisa desabrochados, mi blusa tirada en el suelo, y mi sostén a medio deshacer.

¿Por qué demonios creí que esto sería una buena idea?

El toque de Nathan era brusco, descuidado, en verdad comenzaba a incomodarme.

No me daba miedo el tener sexo con alguien, de hecho, me sentía intrigada al respecto, pero entendí lo que hablaba Alex por la mañana, cuando hacía referencia a que me acostara con alguien que me conociera, que supiera como tratarme, que no me revolcara con cualquiera. Seguía enfadada con Alex, y odiaba tener que darle la razón en esto.

—Oye...— pero no parecía prestarme atención

Solté un suspiro y cerré los ojos, incómoda porque, aunque Nathan era mi novio, por alguna razón su tacto no se sentía correcto, era como lejano, superficial.

—Nathan— lo llamé

Él me ignoró bajando su mano hasta el botón de mi pantalón cuando decidí que eso era todo.

—¡Detente! — chillé quitándolo de encima

Me miró enarcando una ceja.

—¿Qué ocurre?

—Yo no...

Soltó un bufido sacudiéndose el cabello.

—Ya... No te sientes preparada— dijo en tono burlón

—No seas así yo...

Me incorporé buscando mi blusa.

—Siempre haces lo mismo— murmuró

—¡Lo siento!

—Pero al menos dame una jodida explicación de porque demonios decides calentarme y luego dejarme a medias.

Agaché la cabeza apenada.

—No lo sé. Supongo que no me siento lo suficientemente cómoda.

Frunció el entrecejo enfadado.

—¿No te sientes cómoda con tu propio novio? — masculló entre dientes

Se puso de pie abrochando los botones de su camisa.

—Nathan...

—No te sientes cómoda conmigo. Al parecer no tienes las mismas ganas que tengo yo de estar contigo, así que da igual Anna.

Intenté tomarlo de la mano, pero se apartó.

—Necesito espacio.

—¿Sigue en pie la fiesta de esta noche?

Él asintió con la cabeza.

—¿Vendrás a buscarme?

—Claro.

Desapareció por la puerta de mi casa sin siquiera darme un último beso. Me eché en el sofá con los ojos ardiendo y sintiendo la garganta cerrada.

¿Por qué no podía dar ese paso con la persona que suponía debía amar?

Error de principiante (1)[RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora