•CAPITULO 14• Nacida para destacar

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SONG: DIE TRYING - MICHL

"¿Olvidamos para no sentir o sentimos para no olvidar?"


ANNA MILLER

Si creía que mi día apestaría era porque no tenía idea de lo que esperaba. Tuve que apretar la boca todo el entrenamiento para evitar pintar la pista con mi asqueroso vómito y como si mi estado anímico no fuera suficiente, Evans tenía un humor de mierda, peor que Hulk.

¿En serio?

¡Oye ando con resaca! ¡No critiques mis referencias!

Entendí la referencia.

Ya

Como les decía. El entrenador siempre tenía cara de pocos amigos, pero ¿¡hoy!?

¡Hoy parecía que algún ente maligno se había apoderado de él!

Quizás se relacionaba con que los torneos regionales estaban pisándonos los talones, por eso la intensidad y exigencia de la práctica era mayor, y aunque en general un poco de ejercicio extra no me pesaría.

Mi resistencia jamás fue un problema, sin embargo, hoy sí, llevaba sin comer nada desde la noche anterior y las náuseas lejos de desaparecer se intensificaban.

En cualquier instante teñiría el suelo del lugar con mis jugos gástricos, y ahí mi poco status social caería en picada, mientras yo lo veía en primera fila.

Entré al vestuario detrás de mis compañeras, con el cuerpo destilando transpiración, estaba yendo en busca de mis cosas cuando escuché que me llamaban.

—Miller— habló sin apartar la vista de su libreta

Volteé a ver confundida a Evans, rara vez me dirigía la palabra.

—¿Ocurre algo entrenador?

—¿Es usted parte del equipo de atletismo?

Fruncí el ceño ante su pregunta.

—Claro que...

—¿Cree que necesito algún otro motivo para hablar con usted? Soy su entrenador, y le estoy pidiendo que vaya a mi oficina, ahora— soltó sin dejarme derecho a réplica.

Mis compañeras nos miraron confundidas.

Evans no llamaba a nadie a su oficina, de hecho solo hablaba con Amber, la capitana del equipo, con el resto se limitaba a darnos órdenes y ejercicios que pusieran a prueba nuestra resistencia, que le hicieran ver que en realidad si nos merecíamos el derecho de estar allí.

Él solo esperaba la perfección de parte nuestra.

—¿Se les perdió algo?— preguntó el entrenador al notar que se nos quedaron viendo —Hidrátense señoritas, aliméntense y dense una ducha que apestan.

Todas volvieron a lo suyo mientras él caminó rumbo al pequeño cobertizo al cual él llamaba oficina, era diminuto, pero contaba con una mesa, dos sillas y una pared decorada con todas las medallas que ganó durante su época dorada.

—Siéntese.

Caminó hasta una pequeña nevera, sacó una botella de agua y me la extendió.

—Espero que sea capaz de beber y oír al mismo tiempo.

Asentí mientras tomaba el líquido.

—Llevo semanas notándola diferente.

Oh mierda, ¿había bajado el rendimiento?

Error de principiante (1)[RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora