•CAPITULO 11• "Deseos reprimidos"

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SONG: HIGH - SIVIK

"Tus caricias podrían desvanecer hasta el peor de los males que habita en mi ser"

ALEX CARTER

D E M O N I OS

Sabía que aquello sería una pésima idea, pero aun así, persistí.

No me malinterpreten, tener a Anna sentada justo encima de mí, era algo muy estimulante.

Por un momento mi razón se nubló y deseé adueñarme de su cuerpo, recorrer cada recoveco, enseñarle todo lo que ella me pidiera.

Y si se tratara de cualquier otra mujer, ni siquiera me hubiera detenido a pensarlo, pero era Anna, mi mejor amiga, no podía hacerle eso, hacernos eso.

Su falda dejaba casi al descubierto su ropa interior y lo único que separaba su intimidad de la mía era la delgada tela de sus bragas, y mi puto pantalón que parecía estar por explotar.

Ella se apartó un mechón de cabello del rostro de forma inocente, con las mejillas sonrojadas, y entonces entendí la situación, su vergüenza, inexperiencia.

Mierda, la estaba incomodando.

¡Y eso era lo último que deseaba!

—Nita— intenté que mi voz saliera tan calma como fuera posible —Será mejor que...— solté un bufido cuando meció sus caderas casi con inocencia, casi —No te muevas.— supliqué

—¿Por qué?— repitió el movimiento

—Por qué no querrás lidiar con las malditas consecuencias.

—¿Y si quiero?— el balanceo de sus caderas era algo lento, pero constante

Una puta tortura.

—No podrás lidiar con ellas.

Cerré los ojos con fuerza y aprisioné su cintura entre mis dedos con tan fuerte que por un minuto temí haberla herido.

—Anna— mi voz ya se habìa tornado severa

Ella esbozó una sonrisa y con su mano derecha golpeó mi pecho mientras se acomodaba junto a mí.

—Tienes razón, de seguro no puedo.

Maldije en cuanto idioma se me ocurrió cuando su lejanía dejó a la vista una erección nada disimulada, pero ella pareció no percatarse, o al menos no importarle.

Anna recostó su cabeza sobre mi pecho y mirándome a los ojos me habló.

—¿Qué veremos?

¡Yo qué sé! ¡Apenas podía considerar algo más con el dolor que tenía en el maldito pene!

Llené mis pulmones de aire, pensé en videojuegos, en las alineaciones de equipos de fútbol, conté hasta como un millón y cuando el dolor se hizo más soportable, le sonreí a la chica junto a mí, quien me observaba expectante.

Era tan preciosa.

Sus ojos emanaban tranquilidad, aquella que el mundo me arrebataba y que ella no dudaba en devolverme.

Dejé un beso sobre su frente, antes de enderezarme para tomar la computadora y entregarle una bolsa llena de comida, chilló emocionada.

—Veremos la del chico ese que te gusta— frunció su nariz en un gesto adorable —La del chico cucaracha

Ella soltó una risita.

Sabía que ese no era el nombre, pero no me gustaba su extremo fanatismo por ese hombre, y además de ello con mis estupideces la hacía sonreír y eso siempre valdría la pena.

Error de principiante (1)[RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora