Solo Stony

Anestesia

Young Stony.

Por azares de la vida o mala suerte, Steve terminó en un hospital. Ya que mientras corría por el campus no vio una roca mediana atravesada en el camino. Tropezó y cayó rompiéndose una pierna, sonara exagerado pero la caída fue tan estrepitosa que causó la ruptura de su hueso. No era tan grave, en un par de semanas estaría como nuevo.

Según los doctores que lo atendieron.

Pero este no era el caso, sino el show que estaba haciendo el rubio frente a sus amigos en el hospital, causando la risa de todos. Incluyendo los doctores.

Steve comenzó a delirar y decir tonterías sin sentido. Tony, su novio, estaba rojo por la risa. Lo tomaba del brazo para que no cayera al suelo, se encontraba en una camilla sentado esperando unas muletas.

Veía desorbitado el yeso que cubría su pierna lastimada, hacia amago de moverla pero no podía y causaba su desesperación.

—Tony, ¡Tony mi pierna!—se quejo llamando al castaño.—no tengo una pierna... ya no está—rió mientras lágrimas involuntarias salían de sus ojos.—ya no está... ya no está.

El castaño lo abrazo.

—Y–Ya... ya amor está ahí, solo tiene un yeso que pronto podrás quitar, cálmate—rió acariciando su cabello. Tartamudeo por la risa incontenible.

—Esto definitivamente tengo que grabarlo—dijo James el mejor amigo de este, con una mueca de gracia saco su teléfono.—tiene que ver lo ridículo que es con anestesia, se va a morir lo sé.

—Filma todo y pásamelo después—rió Janet al lado de Natasha.

—Tony, Tony te amo—salió de su escondite para ver a su novio y repetirle incontables veces cuanto lo amaba.—nos vamos a... casar y tendremos muchos, enanitos—sonrió como tonto hacia los presentes que no paraban de burlarse. Comenzó a cantar.—los pollitos dicen, pio, pio, pio... ¡Hey tú!

Señaló a la pelirroja.

—¿Que pasa Steve?

—¡Muéstrame tus pechos!—grito.

—¡Steve!—Tony le dio un zape para que se callara de una buena vez.—discúlpate.

—Perdón, son los medicamentos... ¡Tony y yo haremos enanitos!

—¡Steve basta!—se quejo ahora avergonzado. No soportaba las risas de sus amigos y menos lo tierno que se veía su rubio medicado diciendo incoherencias.

—Estás perdonado Rogers, pero la propuesta sigue en pie ¿No?

—¡Natasha!

—¡Siii!—canturreó victorioso.—¡Vamos equipo!

Tony sentía que en cualquier momento su joven corazón sufriría un infarto por tanta estupidez y ternura.

Mayor vergüenza vivió Steve al ver ese vídeo en la noche.