Prisionero

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Omegaverse.



El Omega odiaba esas miradas de reproche o lástima que le lanzaban las personas a su alrededor, ellos no entendían su situación, pero creían que si. Pensaban que sus palabras llenas de veneno le afectaban, o las que le daban ánimo de verdad lo levantaban... para nada. No las necesitaba, ni a ninguno de ellos. Para eso tenía a sus amados cachorros consigo. Peter, Harley y Jhonny, sus trillizos. Esos pequeños que sin importar qué, llenaban su corazón de luz.

Además, los hombres aprovechados se acercaban a él y a su familia como si no tuvieran quien los proteja, claro que sí, Tony. Su esposo y querido Alfa, que aunque no estuviera presente junto a ellos, siempre los cuidaba y estaba al pendiente. No sabe cómo, pero de alguna manera lo hace. En ocasiones la noche le traía tristeza y nostalgia, pues en la soledad se le permitía derramar lágrimas.

Extrañaba inmensamente el calor que le proporciona su castaño, que cuando dormían, lo abrazaba para velar sus sueños. O los besitos que repartía por todo su cuerpo. Sus palabras de amor... todo, todo. La mansión se sentía un poco vacía sin él y sus chistes. Cada suspiro que soltaban sus labios era de dolor y añoranza. Su corazón se apretaba horrible cuando sus bebés le preguntaban por papá.

—Mami,—llamo Peter, el más parecido a su Alfa y el menor.—¿Hoy nos dejaras con la tía Janet otra vez?

—Así es amor—asintió dedicándole una sonrisa.—Mami tiene que hacer cosas fuera.

—¿Irás a ver a papá verdad?—soltó el mayor que es Harley.—Nunca nos dejas ir mamá, queremos verlo también.

Abrió los ojos consternado. ¿Que acaba de decir? Él nunca les menciono dónde estaba su padre por petición del castaño mismo.

—¿Cómo dices? Cariño, recuerda que Tony está en un largo viaje fuera del país, no puedo ir a visitarlo—rió nervioso.—¿De donde sacaste aquello?

El de cabello rizado y cobrizo puso los ojos blancos en obviedad, cruzó los brazos y lo miro con tanta seriedad que lo preocupo.

—¿Es en serio?, todos hablan de eso en la calle, en los periódicos, ¡Y hasta en la escuela! La gente no para de vernos raro madre. No somos tontos, no soy un tonto, sé dónde está y no nos quieres decir. Tampoco nos dejas acompañarte. ¡Quiero ir!

Finalizó exasperado, provocando que el rostro de Steve se desarme en rabia. ¿Por qué la gente tiene que ser tan entrometida? ¿Por qué tienen que meterse con lo más sagrado que tienen? Sin duda alguna cuando le diga a Tony de lo que sabe Harley, el castaño se molestara con él por descuidado. Se encargó de quitar los canales de noticia, y de que el periódico no llegara a casa. También de que su familia no hablara, pero al parecer no los podía proteger de la calle.

—Es verdad bebé, no los podemos engañar para siempre. Pero papi me pidió no decir nada ¿Si? Él es quien decide, ya sabes amor. Quédate tranquilo que yo hablaré con él y llegaremos a un acuerdo entonces, pero no le digas nada a tus hermanitos aún. ¿Si?—ellos siguen siendo chiquitos e ingenuos. Alboroto la cabellera de su Alfita que le dio de respuesta un asentimiento.

—Bueno. Lo prometo.

—¿De que habla Harley mamita?

Negó ante los ojitos avellana de su bebé. Le dio un besito en la mejilla a cada uno, Jhonny que es idéntico a él, era ignorante de todo pues estaba distraído en la televisión. Y Peter no entendía nada.

—Es solo tu hermanito haciendo berrinche pequeño. Mejor ve y prepárate, que tu tía ya viene.

Al cabo de unos minutos la amiga beta de su esposo llegó para llevarse a los chicos a su casa. Esta se marchó no sin antes pedirle que le envié saludos al castaño de su parte. Asintió elevando una mano para despedirlos, sin niños a su costado, pudo prepararse con ropa bonita, regalos, comida deliciosa y demás, para después subirse al auto e ir, a la penitenciaría.

Solo Stony Donde viven las historias. Descúbrelo ahora