𝑬𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝑯𝒂𝒍𝒍𝒐𝒘𝒆𝒆𝒏

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La lluvia a cada segundo empeora hasta que...


—Buenas noches Steve—la señorita en le mostrador le sonrió amable al rubio que, le devolvió el gesto colocándose la chaqueta.—oye—antes de que el joven saliera, la rubia lo detuvo.—¿No te gustaría esperar un rato más aquí? Hasta que la lluvia pase, podría ser peligroso—opino en tono preocupado.

—No hay problema Sharon—nuevamente abrió la puerta de cristal.—sé manejar con este clima. Nos vemos mañana—sin más salió a lo que la mencionada se alzó de hombros, rezando en su cabeza para que a su amigo no le pasará nada malo.

Afuera Steve corrió hasta su motocicleta, inserto la llave en la ranura y la encendió ya arriba de ella. Las gotas congeladas caían pesadas en el casco. El motor rugió bajo su peso haciéndole sentir ese mar de sensaciones que lo embargan al estar con la Harley, sonriendo se puso en marcha por la carretera boscosa que era iluminada tenuemente por los focos del camino. Todo iba bien, las ruedas se llevaban de maravilla con el pavimento húmedo, podía sentir el agua escurrir de su ropa. Gracias a esto pescara una gripe, de no ser así, sería un milagro.

En ocasiones se preguntaba... ¿Por que fue a ese pueblo? La gente era poca, los establecimientos escasos, las casas muy pequeñas y separadas, todo el aura que la rodea es de ultratumba y misteriosa. ¿Será porque aquí... había paz? Seguramente. Alejarse del bullicio, el afán y ajetreo de la ciudad... en ocasiones es bueno. Respirar aire puro, estar rodeado de árboles, animales, y gente amable. Una que otra.


Aunque a veces...


Se sentía en casa. Cómo nunca antes. Este lugar lo llamaba, llegó aquí de casualidad y no dudó en quedarse a pesar de que no conocía nada ni nadie. Aún así comenzó una nueva vida aquí y lo recibieron con completa amabilidad. Claro que eso no disminuía la tensión en su corazón. Sueños de otra vida invadían su cabeza a la hora de descansar, estos empezaron apenas pisar el terreno. Y le daba escalofríos, a veces podía escuchar susurros con su nombre, una cuerda invisible tiraba de su cuerpo entero, pero no sabía a donde ir o que hacer. A sí que lo ignoraba.

Sus labios temblaban por el frío viento. Comenzaba a perder el equilibrio y la lluvia se hacía más, y más intensa, por supuesto, el tramo es largo y así no podía continuar. Quizá debió hacerle caso a la rubia mujer de quedarse hasta escampar. La rueda chilló en la carretera haciéndole frenar, tuvo que detenerse, miro hacia atrás, hacia delante, hacia los lados... atrás oscuro y se negaba a volver, mentiría si dijera que cruzó este camino de noche por valiente, nunca jamás se adentrará al espeso bosque y menos con este clima. Su cuerpo sufría espasmos, su piel se volvía terriblemente fría y sus músculos se congelaban. Moriría de hipotermia de seguir bajo el agua.

A sí que, subiéndose de nuevo, iría a la gigantesca mansión que quedaba un poco más a lante. Manejo hasta quedar frente a un letrero que profesaba en letras cursivas Mansión Stark. Cerrada temporalmente.

Nunca oyó sobre el apellido o la familia, además, nadie en ese pueblo lúgubre hablaba sobre esta mansión abandonada. Ni siquiera Sharon, lo único que pudo decirle fue que...

Una desgracia ocurrió allí. El dueño de esa casa desapareció y nadie hasta el día de hoy se a atrevido ha investigar sobre ella. No conozco más que eso, Steff.

Solo Stony Donde viven las historias. Descúbrelo ahora