DarkSteve 2

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El plazo de una semana que le dio el pequeño rubio le tenía los nervios de punta. Pensó mucho, cada día y cada noche durante esos siete días. No sabía en sí que hacer, era consiente de lo que ese pequeño psicópata podría causar, con solo decir “misa” Hydra haría cualquier cosa por solo complacer su capricho. Y asesinar a su familia no sería problema, temía más por Peter, su pequeño de ocho años. Tres años menor que Steve. Así que, teniendo en cuenta a su cachorro, tomo una decisión que esperaba pudiera tranquilizar al Omega.

—Está bien. Podrás convertirte en mi Omega, pero solo si aceptas una condición—sentado en una mesa larga que separa considerablemente ambas presencias, el Alfa alzó un dedo llevándose toda la atención del chico.—cuando cumplas la mayoría de edad. Si esto no pasa entonces no hay trato. Me niego a estar con un niño.

Y fue entonces cuando el Omega sonrió.

—¿Y para ti cuánto es la mayoría de edad?

—Dieciocho es conveniente, pero te prefiero de veintiuno. Ahí es cuando podrás tomar tu lugar a mi lado.

Dijo todo aquello con su interior hecho un caos, puede que lo haya hecho enfadar. Y lo que más lo indigna, es que le tema a un chiquillo mimado que solo se encapricho con él por haberlo visto una vez. Apretó los brazos del mueble impaciente, ya que el otro no emitía sonido alguno, solo el de su respiración acompasada. Fue entonces cuando se dejó escuchar una risita infantil, proveniente de Rogers. Este se bajó de la silla y camino con elegancia hasta él.

—Has tomado la mejor decisión de tu vida Tony, ahora de verdad me perteneces Alfa—acunó sus mejillas con dulzura. Esbozo una sonrisa que le hubiera parecido hermosa de no ser, porque sabía a quien le pertenecía.—acepto por que sé que eres un hombre bueno que jamás haría algo tan oscuro como estar con alguien más pequeñito que tú. Eso me hace muy feliz.

Apartó sus manos para dejar un besito en la mejilla sonrosada del castaño mayor.

—Pero yo también pondré mis condiciones, Peter podrá vivir un poco más, ¿Esta claro?

Y asintió.

•••

Los años literalmente pasaron volando desde que Steve oficialmente se proclamó dueño de Tony. Las únicas condiciones que impuso fueron que... “no podría salir o estar con alguien más”, “siempre que él llegara deberá recibirlo si o si, sea donde sea” “sus celos tendría que controlarlos con supresores o placer propio sin buscar de alguien más, no hasta que él creciera y pudiera hacerce cargo”. Y otras cosas más que no recuerda con exactitud.

Rogers siempre iba acompañado de su padre a la mansión para jugar con Pete, que lo recibía alegre para luego irse corriendo junto a él al jardín o ha su alcoba. Procuraba vigilarlos, aunque nunca pasó nada. Steve prometió mantenerse a raya por el bien del acuerdo que se formó.

Y bueno, tampoco hay que olvidar mencionar las muestras de afecto que le daba el niño. Besitos, abrazos, se pegaba a él para dejar impregnado su aroma dulzón a sus trajes o viceversa, incluso una vez llegó a robarle prendas. Lo dejó así, podría comprarse más. Y si, la cercanía y con el pasar de los meses se acostumbro, tanto, que en ocasiones le hacía falta cuando no iba por algún asunto. Le compraba regalos y demás, lo estaba cortejando como se debía. Y eso emociono al Omega de ese tiempo que tenía catorce años.

Por supuesto no todo puede ser miel sobre hojuelas. Ya que, Steven se enteró de algo que de verdad lo hizo cabrear, su mejor amigo, guardaespaldas y cómplice de todo Bucky, tuvo que aguantar sus berrinches. Incluso Hydra que, trataba de calmarlo, pero el de ojos carmesí en serio que no quería. El rubio tenía suerte de que su padre lo amara, tanto, que es incapaz de ponerle un dedo encima, sino, ya estaría encadenado, azotado y demás por irrespetuoso e infantil. Cómo todos los demás.

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