14 ~ Idiota.

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(T/N) Tarāmi.

Las cinco de la mañana, mi cuerpo pedía seguir en la cama acostada pero los repetidos golpes en la puerta principal evitaban cumplir mi misión.

Lo primero que sentí fue que la fiebre había abandonado mi cuerpo, la garganta aún me ardía y podía sentir cierta dificultad al respirar, pero a diferencia de la semana pasada me sentía mucho mejor.

Maldije por lo bajo al escuchar nuevamente los golpes tan repetitivos.

Eran las cinco de la mañana y mi intención era asistir hoy al Nekoma, aunque claro, eso era en dos horas más.

Cuando abrí la puerta esa singular caballera negra se hizo presente, sin decir nada entró a la casa con una radiante sonrisa, durante esta semana que no fui al instituto y Tetsurō usualmente venía a visitarme.

Pero nunca a las cinco de la mañana.

– Kuroo que sepas donde vivo no significa que vengas cuando quieras – Bostecé cerrando levemente mis ojos, pronto empecé a cabecear en la entrada de mi casa – O a la hora que quieras.

– Quiero que me acompañes a un lugar – Volví a abrir mis ojos viendo que llevaba su ropa deportiva, el sudor caía por su rostro sonriente a mas no poder.

En el poco tiempo había aprendido a diferenciar entre sus sonrisas, esa, inevitablemente era una de las que no te puedes negar.

– ¿No puede esperar? – Regañé al sentir como pasaba un abrigo por mi espalda y una bufanda por mi cuello - Estoy en pijama.

– No hay mucha gente afuera – Susurró ahora colocándome un pequeño gorro de lana sobre la cabeza – Estira tus manos – Hice la acción viendo cómo me colocaba guantes en ellas.

Aunque la época de frío ya estaba pasando, las mañanas seguían siendo heladas y eso acompañaba mi cuerpo débil.

– ¿A dónde vamos? – Pregunté añorando mi cama.

– Es un secreto – Respondió dejando un fugas beso en mis labios.

– Kuroo es en serio, mi boca apesta y necesito dormir, si quiera déjame ir al baño.

Aunque mi operación se fue abajo cuando Tetsurō dejó otro beso en mis labios. – No, no, no... Vamos tenemos que irnos.

– ¿Es en serio? – Me quejé para luego ser arrastrada fuera de mi hogar, lo último que alcanzaron a ver mis ojos fue que Kuroo tomaba la cámara y las llaves de mi casa.

(. . .)

Subí la bufanda hasta mi rostro para dejar de sentir esa gran corriente de aire helado, podía escuchar el sonido de automóviles andando por la ciudad y muy a lo lejos un tren hacia acto de presencia con su singular tono de advertencia.

Todo me resultaba tan tranquilo que daban ganas de dormir.

– Cierra los ojos – Pidió Tetsurō sin soltar mi mano, al parecer íbamos cuesta arriba.

– Los he tenido cerrados todo el rato.

– Perfecto.

Y seguimos caminando, no sé cuándo ni a donde vamos, aunque Kuroo me llevaba casi corriendo mientras me arrastraba, por otro lado, intentaba seguirle el paso con mis pantuflas. Abruptamente detuvimos nuestra caminata haciendo que mi cabeza se estrellara con su firme espalda.

– ¿Sabes? Avisar es gratis – Bufé intentando abrir mis pobres ojos, acción que fue impedida por Tetsurō.

– Aún no.

𝔼𝕤𝕥ú𝕡𝕚𝕕𝕠 𝔾𝕒𝕥𝕠 - 𝕂𝕦𝕣𝕠𝕠 𝕋𝕖𝕥𝕤𝕦𝕣ō.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora