19 ~ Mamá.

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(T/N) Tarāmi.

Suspiré mientras dejaba algunos trozos de manzana cortada en un plato de cartón.

– ¿Cómo te sientes tía?

– Mejor que ayer y peor que mañana – Respondió con una gran sonrisa – Hija, ya puedes volver a ese campamento... No por nada tengo dos hijos y un esposo para que me cuiden.

El sonido de su corazón en la máquina del hospital llenaba toda la sala, era bastante monótono y en algunos segundos llegaba a aburrir, aun así, me tranquilizaba saber que se encontraba aquí conmigo.

Tía dio un largo bostezo mostrando lo cansada que estaba, hoy había ido a diversas pruebas para saber qué es lo que producía la fatiga y dolor de cabeza.

– ¿Por qué no me dijiste de los dolores?

– ¿Y hacer que te pierdas el campamento? – Inquirió devolviéndome la pregunta – Ni pensarlo, estabas muy feliz por ir.

Guardé silencio por unos segundos, ayer en la noche había llegado al hospital, lo bastante asustada como para olvidar cargar mi celular, fui a mi casa para dormir un poco y luego volví al hospital.

Por lo tanto, no había hablado con Tetsurō desde que me despedí con rapidez.

Tía volvió a bostezar.

– Voy al pasillo, coma un poco y llámame si necesita algo.

Ella asintió cerrando con lentitud sus ojos, poco a poco fui saliendo de la sala tratando de hacer el menor ruido posible, una vez afuera caminé tranquilamente por el pasillo.

– ¡Hermana!

No alcance a llegar a la sala de espera cuando un pequeño niño rodeo mis piernas en un tierno abrazo, el pequeño era totalmente parecido a Zūne, si no los conociera bien diría que son padre e hijo.

– Hola – Susurré bajando mi cuerpo para tomarlo – ¿Dónde está tú hermano? – El respondió apuntando con su diminuto dedo en dirección a la máquina expendedora – Bien, anda donde tu padre ¿Sí?

Lo volví a dejar en el suelo, al instante el pequeño niño de no más de seis años se fue corriendo donde su padre.

Todos estábamos preocupados, anoche cuando llegue, Zūne no hizo más que abrazarme mientras lloraba en mi hombro, su padre tampoco se veía mejor, el único más tranquilo era el pequeño niño de la familia, claro, tampoco entendía muy bien lo que pasaba.

Sin esperar más camine en dirección a la máquina expendedora, como dijo su hermano, Zūne se encontraba mirando con seriedad la máquina, sus ojos estaban puestos sobre el mismo dulce de chocolate que siempre escogía.

Sin embargo, no apretaba ningún botón, estaba estático cual momia sin vida.

De cierta manera me resultó algo inquietan y fue por eso que caminé tras de él y, sin decir nada apreté el número. Al instante la maquina hizo su raro y lento sonido sacando el chocolate de su casilla.

– No pensé que llegarías ayer.

No dije nada, eran las únicas palabras que me había dicho desde que llegué, en un total silencio me agaché tomando el dulce entre mis manos.

– Ese chocolate te gustaba cuando éramos pequeños.

Volví la mirada al dulce.

– Ah, sí es verdad.

–...

– Toma – Llamé extendiendo mi mano – ¿Cómo te sientes? Tú mamá es alguien fuerte, tienes que tener paciencia, todo se resolverá.

𝔼𝕤𝕥ú𝕡𝕚𝕕𝕠 𝔾𝕒𝕥𝕠 - 𝕂𝕦𝕣𝕠𝕠 𝕋𝕖𝕥𝕤𝕦𝕣ō.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora