27 - Mi Novia.

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Nacionales - Tercer día.

Kuroo Tetsurō.

– Oh, eso – Por instinto lleve mi mano a la parte trasera de mi nuca, los nervios estaban presentes y estaba seguro que Ushijima lo había notado – Si, necesito hacer algo ahora, en este instante – Dije sin vacilar, aunque me estaba muriendo por dentro.

– ¿Necesitas mi ayuda? – Preguntó de una manera inocente.

– Si, supongo que sí.

– Bueno ¿Qué es? Trataré de ayudarte en lo que pueda.

– Perfecto – Y de un rápido movimiento pasé mi mano por su nuca empujando levemente su cabeza hacia adelante, de esa manera nuestros labios se unieron en un inesperado beso.

Los nervios estaban presentes, mi cuerpo temblaba de angustia mientras el beso proseguía, ella no me correspondió, tampoco esperaba que lo hiciera.

Y no dolió como esperé que pasará. Tenía mis ojos cerrados, me negaba a abrirlos y no ver los hermosos ojos coquetos de Tarāmi, mierda.

El beso duro segundos que podrían haber sido horas, Ushijima seguía estática cual piedra y mis nervios no ayudaban del todo, luego de unos segundos, me digne abrir los ojos.

– Yo... Lo siento – Susurró tan bajo que apenas escuché.

Me golpe mentalmente por haberla besado.

– Esta bien.

– Tetsurō.

– Espero que esto no cambie nuestra amistad... Creo que me tengo que ir.

– Espera – No dejé que me detuviera, rápidamente me di vuelta golpeando una y otra vez mi cabeza. Pasé por el lado de Iwaizumi recibiendo una cierta mirada difícil de describir. Y sin más seguí mi camino.

Sin duda era un día de mierda.

(. . .)

Recordar la escena tampoco me hacía sentir mejor, fue un beso, ni siquiera eso pues Ushijima no correspondió nunca, seguía repitiendo la imagen en mi mente y volvía a suspirar con frustración.

Pero ¿Por qué era yo el perjudicado? Sabía que Tarāmi nunca dejaría a Fule, él podría besarla cuando quisiera y ella estaría feliz de eso. En algún pensamiento cruzaron ambos por mi mente, los dos riéndose de mí.

Debía protegerme, quería protegerme de todo, y aunque quiera a Tarāmi como loco, el efecto que tenía en mi era igual de doloroso. Suspiré mostrando el pase para ingresar al hospital, el guardia frunció el ceño dejándome pasar con un leve chasquido de lengua.

Seguí por el pasillo hasta doblar en una esquina, ya me sabía el recorrido de memoria, mi cuerpo actuaba de forma automática mientras mi cerebro procesaba lo que iba a decir.

– Oh, buenos días Kuroo.

– Buenos días – Saludé entrando a la habitación.

Inevitablemente inhale el aroma de Tarāmi, estaba en cada rincón de la habitación cambiándolo a ese olor de hospital, era agradable, sin embargo, la dueña de dicho aroma no se encontraba presente.

Retrocedí por mis pasos llamando a la enfermera.

– ¿(T/N) Tarāmi?

– Oh, la acaban de llamar para hacerse exámenes.

– ¿Le hacen examen a un resfriado? – Inquirí, extrañado.

La doctora elevó sus hombros mostrándose confusa para luego fijar su vista en el monitor frente a ella. Asentí, entrando nuevamente a la habitación.

𝔼𝕤𝕥ú𝕡𝕚𝕕𝕠 𝔾𝕒𝕥𝕠 - 𝕂𝕦𝕣𝕠𝕠 𝕋𝕖𝕥𝕤𝕦𝕣ō.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora