28 - Amanecer.

3.9K 440 70
                                    

(T/N) Tarāmi.

– ¿Papá? – Murmuré tocando con sutileza su rostro, al parecer se había quedado dormido, su cabeza permanecía sobre la camilla del hospital usando sus propios brazos como almohadas. – Papá – No daba señales de despertar, seguramente se había quedado toda la noche despierto, suspiré viendo como alrededor de sus ojos se mostraba una rojiza irritación – Estuvo llorando – Susurré – Sabía que lo harías.

Me daba cierto temor verlo en este estado, no se veía bien, se quedaba dormido en todas partes y por su rostro podía saber que no estaba comiendo bien. No quería pensar como fue para él perder a su esposa y ahora, vivía casi lo mismo con su débil hija.

– Mamá se estaría riendo ahora mismo – Murmuré acariciando con delicadeza su cabello –. Estoy segura que ella nos hubiera sacado una sonrisa en estos momentos – Proseguí sintiendo un extraño nudo en mi garganta.

Él siempre me dijo que mamá era la mujer más optimista que había conocido, veía el lado bueno de las cosas y todos a su alrededor se sentían bien, eso y entre muchas otras cosas, fue lo que lo atrajo de ella, aunque al principio él se hiciera el desinteresado, mamá lo conquisto hasta que cayó en sus redes, ella era como el sol que alumbraba todo a su paso.

Solté la primera lagrima, tía seguía internada en el hospital, aunque pronto seria dada de alta, tener a ella era como tener una madre, sin embargo, muy en el fondo me pregunta qué pensaría mi madre de esto ¿Estaría orgullosa de mí? ¿Seriamos iguales o tendríamos nuestras diferencias?

– Oye – Unos toques en la puerta me interrumpieron, rápidamente me giré dándole la espalda para quitar la estúpida lagrima que resbalaba por mi rostro – ¿(T/N) como estas?

No tenía que mirar a la puerta para saber que el doctor estaba en el marco de la puerta, habíamos pasado tanto tiempo juntos que ya podía distinguir su voz y sus pasos, era una maldita costumbre que llegaba a odiar.

– Bien ¿Y usted? – Respondí dirigiéndole por fin la mirada – Oh, su rostro deja mucho que desear.

– Pronto serás dada de alta.

En mi garganta se formó un gran nudo, me sentía cansada, bastante cansada, sin embargo, sonreí. Por que ser dada de alta no era algo malo, al contrario, lo recibía como un viejo amigo.

– Ya veo.

– ¿Estas bien con eso?

– Se librará de mi doctor, debe estar feliz – Murmuré, los nervios me recorrían, nunca me había sentido de esta manera, lentamente volví la mirada a mi padre, seguía durmiendo tan tranquilamente que llegaba a transmitir algo de paz, no quería despertarlo.

– ¿Cómo lo tomó tu padre?

– Como esperaba que lo hiciera – Respondí suspirando.

– ¿Sigues teniendo los síntomas?

– Me duele la cabeza, mi cuerpo se siente pesado y creo que pronto voy a tener fiebre – Fue su turno de suspirar – Aparte de eso supongo que estoy bien, todo está listo y pronto me iré a casa – Supe que quiso decir algo en cuento abrió la boca – Esta bien.

– Yo....

– Esta bien – Repetí interrumpiéndolo.

Sonrió levemente, era un intercambió raro de miradas el cual decía mucho más de lo que quería escuchar.

– Tu primo está en la puerta, quiere entrar a verte.

Extrañada lo miré – ¿Mi primo?

– El chico raro alto, de cabello negro y raro... Ese que corrió una maratón por todo el hospital junto al guardia.

𝔼𝕤𝕥ú𝕡𝕚𝕕𝕠 𝔾𝕒𝕥𝕠 - 𝕂𝕦𝕣𝕠𝕠 𝕋𝕖𝕥𝕤𝕦𝕣ō.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora