Un olor abundante llenó mis fosas nasales. Era desagradable, olía a podrido, y yo lo único que pude hacer fue levantarme de la cama y dirigirme a la cocina para ver qué era lo que Baji estaba haciendo. Esperaba no encontrarme con un muerto en medio de la sala.
Caminé por el pasillo, pasé por la sala y terminé en el umbral de la puerta que daba paso a la cocina, parado, estupefacto. Miré con asco las manchas brutas y rojas sobre la mesa blanca junto a unos restos de pelo color crema, y luego dirigí mi visa a Baji, que estaba en cuclillas sobre una silla deborando como animal nuevo un trozo de carne cruda. No quería saber de qué animal, pero la curiosidad por costumbres ajenas siempre me ganaba. Y, aunque no tenía intenciones de interrumpirle la hora del almuerzo a Baji (puesto que no sabía si se ponía agresivo si le molestaban cuando comía), decidí preguntar.
—Baji-San, ¿Qué es lo que estás comiendo? —Sus ojos cafés fueron a parar sobre los míos azules antes de que yo volviera a mirar lo que suponía era sangre— Estás manchando demasiado la mesa...
—Puede limpiarse —Murmuró con la boca llena, volviendo su vista al trozo de carne en sus manos.
—Sí, pero seré yo quien lo limpie, no tú —Reproché— Eres un animal. ¿Por qué no usas cubiertos para comer? ¿O un plato al menos?
Baji frunció el ceño, indicándome que tampoco conocía esas cosas, prestandome tan poca atención que siquiera se molestó en mirarme. No pensaba explicarle qué era cada cosa y menos teniendo la certeza de que es capaz de usarlo en mi contra, ¿Quién sabe si toma el tenedor y me lo clava en el ojo?
Me acerqué y tomé asiento frente a él.
—No me mires así... no pienso sacarte la comida de la boca —Bufé.
—Yo no dije nada.
—Tú mirada lo dice todo, Baji-San —Hubo un breve silencio que sólo era roto por el ruido de dientes masticando comida.
—¿Sí? ¿Y qué es lo que te dice? —Cuestionó.
—Me está amenazando. Me dice que si llego a estar a menos de cinco centímetros de distancia de tu comida, me arrancarás la mano de un mordisco.
—Tal vez no sea mentira —Se encogió de hombros, dejando un hueso casi completamente blanco sobre la mesa— Soy posesivo, odio que toquen lo que es mío.
Lo dijo con tanto sentimiento y mirándome a los ojos que sentí una corriente eléctrica recorrerme la columna.
—Y no lo niegas...
—¿Por qué debería aparentar ser algo que no soy? No tengo razones para negarlo. Mi ser es posesivo y no puedo ni quiero hacer nada al respecto —Su tono de desinterés me confirmaba que realmente le daba igual ser así— ¿Eres posesivo, Chifuyu?
Su repentina curiosidad me dio curiosidad. Baji no suele preguntarme cosas.
—No lo sé —Ladee la cabeza— No me convence la idea de que los demás toquen, usen o lo que sea, algo que es demasiado importante para mi. Tal vez nada es lo suficientemente importante para comportarme de manera posesiva con eso.
—Ya veo... —Su sonrisa me erizó la piel. Sus dientes estaban manchados de rojo al igual que los bordes de su boca y parte de la barbilla, recordándome cómo hace unos días me había clavado esos mismos colmillos en la clavícula.
—¿Qué era lo que estabas comiendo? —Pregunté con cautela, la otra vez lo había visto comer una pata de un animal pero no sabía si había comido lo mismo esta vez y, en cierta parte, me asustaba saber qué tipo de cosas comen los demonios.
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Your Demon, My Angel {Bajifuyu}
Fanfiction« Al fin y al cabo, los demonios son ángeles desterrados al infierno » 𓃵Baji Keisuke × Chifuyu Matsuno (TR) 𓃵BoysLove 𓃵Se toca el tema de la tortura, igual no muy en exceso