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Sacudí mi pierna –que estaba sobre el respaldo del sofá– cuando un escalofrío me recorrió la planta del pie. Baji se levantó y lanzó de golpe hacia donde estaba yo, sacandome un sobresalto y haciendo que el celular me caiga en la cara. Lo escuché gruñir antes de volver a su sofá.

—¿Me puedes decir qué te pasa? Llevas quince minutos haciendo lo mismo.

—¿Y no te parece raro que tú lleves quince minutos teniendo escalofríos en el mismo pie? —Me recriminó con el ceño fruncido, alzando el mentón.

—¿A qué quieres llegar con eso? Es viernes, Baji-San, hay que pasarlo en paz.

—Nada. No es nada —Refunfuñó cruzándose de brazos y pasando una pierna sobre la otra. Apartó la mirada rabiosa a mi pie que volvía a estar sobre el respaldo del sofá.

Miré por un instante si es que aparecía algo, pues no me había quedado tranquilo con eso que me dijo. Creí que era normal que te agarraran escalofríos de la nada, pero tal vez me equivoqué.

De nuevo.


—Ush —Me estremecí y gruñí, molesto

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Ush —Me estremecí y gruñí, molesto. Llevaba todo el día teniendo ese tipo de escalofríos y, sinceramente, ya comenzaba a creer que Baji quería hacerme una broma pesada, pues (precisamente) él no estaba en la sala conmigo— Baji-San, ya muéstrate y deja de molestar.

¿De qué hablas? —Escuché su voz desde la cocina —Justo cuando Baji apareció por el marco de la puerta con una mueca confusa, volví a sentir otro escalofrío pero esta vez en todo el cuerpo. A Baji le cambió la cara al instante— Vete a la pieza. Ahora.

¿Q-qué?

Lo que te dije. Vete a la pieza, ahora.

Hubiera reprochado e incluso seguido preguntando si no hubiera estado sintiendo escalofríos desde hacía ya rato; y si no hubiera percibido la confusión, el desconcierto y la cautela en los ojos de Baji. Él tampoco sabía lo que estaba pasando. Pero seguramente tenía alguna sospecha.

Mientras me iba a paso rápido, escuchando algunas cosas que pronunciaba Baji, como llamando a alguien u obligando a salir a un ente desconocido; observaba a mi espalda que nadie ni nada me esté pisando los talones.

Tragué en seco cuando vi a Peke J sentado frente a la puerta abierta de mi habitación, mirando hacia adentro con sus grandes ojos ámbar y su cola oscura moviéndose de un lado al otro. Decidí no pensar y en cuanto tomé al gato en mis brazos entré.

Your Demon, My Angel {Bajifuyu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora