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Kazutora dijo ayer por la noche que pensaba pasar por mi departamento hoy, entonces ¿Por qué no aparecía?

La preocupación que me llegó al cuerpo de tan solo pensar que pude haberlo metido en algún problema me hacía sentir tan mal que incluso en este estado tan deplorable saldría a la calle para buscarlo. Ni siquiera me contestaba el celular como para decir que estaba con vida o a salvo, las llamadas me llevaban al buzón y los mensajes le llegaban pero no eran leídos.

Era imposible que alguno de esos matones lo haya dejado inconsciente o algo, estaban en muy mala forma como para ganarle a alguien en una pelea, mucho menos si era Kazutora que sabía perfectamente cómo debía lanzar y esquivar golpes.

¿A dónde vas? —La voz gruesa y amenazante que me había estado regañando durante todo el día volvió a hablar. Mi nariz se arrugó antes de soltar las sábanas y mirar hacia él.

Baji estaba sentado con las piernas abiertas y los brazos cruzados en una silla junto a mi cama; su expresión era seria y su mirada dominante, que me ordenaba quedarme en la cama o sino sería él quién terminaría haciéndome sentir peor de lo que ya me sentía.

Estoy preocupado por Kazutora —Intenté convencerlo en un tono suave, más él bufó y comenzó a mover una de sus piernas con frenesí.

Hice el amague de volver a levantarme de la cama, pero a penas la sábana cayó de mi hombro y dejó a la vista un moretón bastante grande en mi brazo, Baji arrugó la nariz y me mostró los colmillos mientras miraba fijamente la zona afectada de mi piel; me estaba ordenando que me quedara en la cama.

Estoy bien, Baji-San. Puedo moverme tranquilamente.

Mientes —Sí, mentía, pero tenía otras prioridades en ese momento. Hice de mis labios una línea fina y volví a recostarme en la cama— Deja de forzarte, vas a hacer que los golpes empeoren.

¿Por qué me estás cuidando? Pensé que querías matarme.

Y lo voy a hacer. —Respondió tan al instante que un escalofrío me recorrió la espalda y un cosquilleo molesto atravesó mi pecho. Siempre era lo mismo cuando hablábamos de esto— Esas heridas que tienes no son mías, Chifuyu. No quiero una marca en tu cuerpo que no sea mía.

"Bum-Bum"

Es solo unos minutos, quiero ver si está en su casa —Hice una mueca apenada, buscando convencerlo con la táctica del cachorro mojado.

No. Sé que irás a buscarlo a otros lados si no está ahí.

Pero olvidé que a Baji le gustan los gatos.

¿Puedes ir tú?

¿Eh? No, ni en sueños —Se negó rotundamente, aún con el ceño fruncido— No es mi amigo y de hecho me cae mal, no me interesa saber si está bien o no.

Pero a mi sí —Esta vez fui yo quien frunció el ceño. Baji enmudeció— Si me vas a tener encerrado y sin moverme de la cama, impidiendome salir para ir a buscar a Kazutora, entonces ve tú a ver si está bien, sea donde sea que esté.

Baji pareció considerarlo un momento, por lo que yo no agregué nada más al creer que era suficiente decir eso, como si fuese a importarle.

¿Por qué te preocupas tanto por ese imbécil?

Porque ese 'Imbécil' es mi amigo, que daría cualquier cosa para protegerme —Hice una pausa en la que clavé mis ojos en los de Baji. Fue la primera vez que le lancé una mirada venenosa, y él pareció notarlo— Y yo voy a morirme en poco tiempo, así que quiero agradecerle y devolverle todo el cariño que me ha dado de alguna manera.

Your Demon, My Angel {Bajifuyu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora