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Mientras caminaba por las calles de Tokyo, por esas veredas no muy transitadas y poco conocidas para mi, me cuestionaba si lo que estaba por hacer era correcto. Algunos dirán que sí, otros que no, pero yo no tenía una respuesta en concreto y no creo poder llegar a tenerla algún día. Por eso mismo estaba ignorando todo, caminando con la frente en alto hasta la casa en la que vivía mi madre y mi padrastro.

Le había pedido a Baji que no me siguiera, que necesitaba ese momento de privacidad con mi "familia". Al principio se había negado rotundamente diciendo que ya no quería sacarme los ojos de encima, que no le gustaba no verme en su campo de visión junto a muchas excusas pobres que siquiera se molestaba en crear bien. Pero luego logré hacerlo aceptar con la única condición de que volviera antes de que se hiciera de noche (por ende a las 19:00 ya debería estar en mi departamento).

Estar con Baji era como tener un novio tóxico. Siempre siguiendome por los alrededores o abusando de su capacidad para hacerse invisible y caminar pisandome los talones aunque yo no lo notara. Odiaba a mis amigos por razones estúpidas como 'intentar protegerme de él', y de primer ejemplo teníamos a Kazutora, a quién (por cierto) no le había quitado la mirada de encima en toda la noche. Era extremadamente posesivo al punto de que casi que estuvo a punto de presentarse en su forma natural con tal de ser el único que pudiera tocarme, mucho más si de hacerme daño se trataba.

A veces me agobiaba, no iba a negarlo. Pero fue lo que me tocó vivir.

Cuando llegué a esa casa blanca de techo entre gris oscuro y azul, con puerta de madera marrón barnizada y ventanas cubiertas desde adentro por cortinas crema; un montón de recuerdos feos se me vinieron a la mente.

Extrañaba mucho a mi papá, de hecho lo sigo haciendo. Es por eso que cuando ya no soporté vivir en esta casa, decidí escaparme y mudarme a mi antiguo departamento, donde alguna vez fui feliz con mi padre y mi madre en el mismo mundo. La verdad era que me dolió que mi madre no fuese a buscarme de ninguna manera ni tampoco preguntó por mi o me mandó un mensaje, y no la culpaba, porque sabía lo que pasaba detrás de esa puerta marrón de madera barnizada. A veces me alegraba imaginar que ella pensaba en , al menos. Que se lo preguntaba, pero no lo preguntaba.

Toqué el timbre con el corazón en la garganta. Ese día me había esforzado en buscar ropa "adecuada" para esa visita, pues no quería comenzar una pelea y terminar yendome a mi departamento y llorando en el baño como la última vez que pisé el suelo cerámico de esa casa.

Los problemas familiares son un asco. Más cuando ese "familiar" ni siquiera lo es en realidad.

Mis ojos viajaron vagamente a la figura alta y arreglada (como siempre) de mi padrastro, con su sonrisa leve mas falsa que dentadura de anciano. «Mi padre siempre tuvo una sonrisa más brillante que la tuya». Se le cayeron las comisuras al verme parado al otro lado de la puerta.

otra vez —Habló de mala gana con su voz gruesa y desinteresada. De tan solo verlo ya quería darme media vuelta e irme.

Tengo que aguantar.

¿Te recuerdo que mi madre vive aquí? ¿Acaso dices que no puedo siquiera visitarla?

Your Demon, My Angel {Bajifuyu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora