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Te veías tan tranquilo y pacífico ahí, que no pude evitarlo, a pesar de la mierda que me hiciste ayer.

Mi cuerpo se quejó entero cuando me senté en el sofá, me dolía todo a pesar de que la herida fuese en el cuello

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Mi cuerpo se quejó entero cuando me senté en el sofá, me dolía todo a pesar de que la herida fuese en el cuello. Literalmente sentía que, cada vez que lo movía, se me desgarraban cuatro músculos.

Me daba miedo que Mikey siempre andara escondido por las esquinas de mi departamento, mirándome con los ojos clavados en mí, me hacía sentirme inseguro en mi propio hogar y que escalofríos me recorrieran la espalda. Ahora mismo él estaba asomado por la puerta de la oscura cocina, mirándome fijo con expresión sombría.

Tragué saliva y me hice el tonto.

Quería prender la tele, pero no tenía la fuerza necesaria para estirarme y tomar el control para prenderla. Necesitaba urgentemente uno de esos yesos que te ponen en el cuello, por más exagerado que suene. Una parte de mi aún podía sentir los colmillos de Baji queriendo perforarme la garganta.

Y no me digan que no fue así.

Él lo intentó y sabe Dios por qué no lo logro.

Baji no es ese tipo de ser que falla. Nunca lo hace.

Miré nuevamente a la entrada de la cocina para ver si podía sacarle provecho a Mikey y pedirle que me pase el control de la tele, él parecía tener más pulgas que Baji.

Casi se me baja la presión cuando vi que ya no estaba ahí, observándome como un maniático.

Alcé bien la cabeza y busqué su cuerpecito con la mirada, viendo en dónde podía estar escondido ahora, pero no lo encontré y tampoco pude buscarlo bien, ya que Baji se apareció delante mío y obstruyó la mayor parte de mi campo de visión.

Nunca pensé llegar a estar en esa situación con algún ser superior, pero Baji y yo estuvimos segundos que parecieron eternos en un duelo de miradas incómodas para ver quién era el primero que rompía el hielo. Seguro Baji estaba esperando una reacción de mi parte: enojo, miedo, decepción. Pero simplemente lo miré con ojos suaves y con eso le dije todo.

«¿Qué está mal?»

Por alguna razón, no fui capaz de odiarlo.

En su expresión leve destacó el desconcierto y la rabia, aunque no sabía si hacia mi o hacia su persona.

Ah... ¿Baji-San?

Hazme un espacio en el sofá —Bufó, apartando la mirada con falso desinterés.

Una pequeña sonrisa involuntaria se formó en mi rostro y, cuando aparté la cara para hacerme a un lado, pude sentir que Baji también sonreía.

Your Demon, My Angel {Bajifuyu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora