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"Estoy yendo a verte"

Eso decía el mensaje que me había llegado hace unos minutos y bajado la presión de golpe.

Baji me miraba con una mueca confusa ir de acá para allá por todo el departamento. Él aún no quería que me moviera mucho porque notaba que me seguían doliendo las costillas, pero sabía que intentar detenerme en ese momento era inútil, así que me dejaba estar aunque no me sacaba los ojos de encima.

Deja de mirarme tanto o de verdad voy a comenzar a creer que estás preocupado por mi salud.

No estoy preocupado por ti —Gruñó.

Si lo niegas es más sospechoso ~ —Canturreé volviendo a la cocina en busca de mi celular para ver si Kazutora me había dicho algo más.

En efecto, dijo que había llegado, porque el timbre sonó.

Corrí hasta la puerta y la abrí al instante; las llaves casi caen de mis manos ante los temblores que me atacaron repentinamente. Los últimos movimientos fueron demasiado rápido como para que mi cerebro llegara a procesarlos bien; giré el picaporte y tiré de él, y en esos pocos segundos que sobraron verifique que la persona del otro lado de la puerta sea Kazutora. Una vez lo hice me lancé a abrazarlo. Sentía que en cualquier momento una costilla se me saldría de lugar, pero poco podía importarme en ese momento. Sus brazos me rodearon con cuidado, como temiendo lastimarme aún más de lo que ya estaba con su tacto.

Hey —Me saludó algo animado.

Hey —Le devolví el saludo en un tono un poco menos emocionado— Pasa, por favor. Cuando me enteré de que estabas en la comisaría casi se me cae el alma al suelo.

¿Cómo sabes que estuve en la comisaría? —Cuestionó mientras entraba. Me mordí la lengua. «Siempre tienen razón, tengo una lengua resbaladiza»

Me dijeron.

Nadie lo sabía —Frunció un tanto el ceño. Yo le di la espalda para cerrar la puerta y aprovechar para hacer una mueca de incredulidad; no podía ser tan idiota como para olvidar eso— No importa. De una u otra forma no me iban a meter preso.

Ambos caminamos hasta la sala y nos sentamos en el sofá de siempre, enfrentados.

¿Harás el servicio comunitario?

No —Kazutora volvió a mirarme extrañado, seguro cuestionandose por qué conocía sus opciones de destino; yo volví a morderme la lengua— Mi madre está furiosa porque tiene que pagar una multa... No pude zafarme y hacer el servicio comunitario por más que insistí.

¿Y estás bien?

Es una cantidad de dinero considerable...

Tora.

¿Puedo quedarme aquí hoy?

Soltó la pregunta sin ninguna expresión y sin mirarme a la cara, como si le avergonzara contarme algo. En estas situaciones, Kazutora siempre fue igual.

Suspiré y me acerqué para rodearlo con mis brazos otra vez, siendo correspondido al instante. Yo conocía bien la historia de Kazutora y las cosas que vivía en su casa, y también sabía lo mucho que le avergonzaba hablar de esas cosas, contarlo.

Desplacé mis dedos suavemente hasta su espalda y los hice escabullirse por debajo de su camiseta. Kazutora se arqueó al sentir el tacto frío de mis manos llegar a sus omóplatos; sus dedos se apretaron en mi cintura.

Your Demon, My Angel {Bajifuyu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora