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Sentía que mis ojos estaban a punto de salirse de órbita y mi mandíbula apretada a nada de hacer que mis dientes comiencen a frotarse por el enfado.

Kazutora había venido a mi departamento con el fin de colarse dentro y obtener un poco de atención y mimos que en su casa no le daban. Por supuesto, lo dejé entrar y me dispuse a ser yo quien le dé esa atención y esos mimos, a sabiendas de que aún estaba adolorido por la paliza que le habían dado ayer a la madrugada.

Ahora era la tarde y sabía que él pensaba quedarse a dormir, yo no tenía problema con ello, pero si se iba a pasar toda la noche diciéndome que Baji era un hombre peligroso y que debía alejarme de él, sin argumentos más que el de la golpiza y las supuestas miradas macabras, prefería que se fuese yendo de mi departamento.

«Sé en dónde estoy metido. Ya deja de intentar sacarme de arenas movedizas con un bote, no funcionará a menos que traigas un avión, y no tienes uno de esos»

¡Deja de inculpar, Kazutora! Tú provocaste la pelea. Tú te lo buscaste —Dije golpeandole el hombro con el dedo con fuerza— Él literalmente no te estaba haciendo nada, siquiera te miró, estaba parado junto a mi mirando a Nahoya pelearse con Rindou.

¿De verdad lo estás defendiendo? ¿Vas a ser así conmigo? —Me recriminó.

¡Sí, seré así contigo porque no tienes razón!. Eres uno de mis mejores amigos, Kazutora, sabes que te quiero muchísimo, pero esto no lo estoy haciendo por preferencia. No te estoy defendiendo a ti a pesar de ser la víctima porque lo incitaste a pelear contigo. Que él haya aceptado o no ya es otra cosa.

No me agrada ese tipo, Chifuyu...

Ya lo sé —Suspiré— Pero no por eso debes hecharle la culpa a él de algo que hicieron ambos. Los dos estuvieron mal: tú al proponer la pelea y Baji al aceptar.

¿Cómo lo conociste? —Me preguntó de la nada. Había estado esperando esa pregunta por su parte desde hace bastantes días, yo sabía que desde la primera vez se había quedado con mil y un preguntas para hacerme al respecto. Seguía enfadado con él por el tema anterior, pero que Kazutora lo evadiera significaba que comprendió que lo que hizo estuvo mal.

Me senté en el sofá grande y detuve a Kazutora que estuvo a punto de sentarse en el individual, el de Baji; y lo hice sentarse a mi lado. Él se frotó el parche que tenía en el ojo, le picaba, lo entendía, solía pasarme lo mismo.

Bueno... resumiendo, digamos que dejé la puerta abierta y se metió en mi casa. Recuerdo muy bien ese momento —Reí sin gracia— Era de noche y yo recién llegaba de la calle.

¿Eres tonto, Fuyu? ¿Cómo no vas a ponerle seguro a la puerta? Pudo haber sido un ladrón o algo así.

Sí, pero no lo fue. —Dije. Se formó un silencio cuando Kazutora se calló, dejándome seguir contando— Me asusté mucho cuando lo vi en la sala, mi mente había quedado en blanco, hasta me acuerdo de haberlo amenazado con un paraguas.

Una corriente eléctrica me recorrió la espalda cuando sentí una mano posarse en mi cuello desde atrás; el pulgar y el anular se cerraron sin fuerza en él. Lo ignoré.

Bueno, no sé. En las películas suelen usar los paraguas como armas.

Sí, en películas, pues a mi no me funcionó, en lo absoluto. Luego él quiso hablar conmigo, nos sentamos y negociamos el asunto hasta que quedamos en que nadie decía nada. Quedó como un secreto. Nuestro secreto —Kazutora apartó la mirada a la mesita ratona— Él se fue de mi departamento y a los días me lo encontré otra vez. Comenzamos a hablar y terminamos siendo... cercanos.

Your Demon, My Angel {Bajifuyu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora