Iris DeSantis es el mito que recorre el bajo mundo. Ella es la personificación de la guerra, el poder y el dominio. Fue entrenada desde pequeña en el régimen del Consejo, una organización nacida de la unión de los cabecillas de las mafias más podero...
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05 de septiembre del 2020.
Iris
Lo primero que escucho cuando salgo del pequeño edificio de cemento es el sonido de la risa infantil de Leo, mi primo pequeño. Frunzo el ceño y abro la puerta principal para ver a Leo corriendo por el lugar cubierto de nieve y lanzando uno de sus juguetes al aire.
Atrapa al perro de peluche con una carcajada antes de volverse hacia mí con una sonrisa en su tierna carita.
Nicholai trajo a Leo al lugar donde está encerrado Valerio, lo voy a matar.
—Leo, ¿qué estás haciendo aquí? —pregunto dirigiéndome hacia él cuando escucho que se dispara un arma. Me lanzo hacia Leo, lo cubro con mi cuerpo y me las arreglo para rodar y ubicarnos en el costado del auto. Tanta fue la fuerza que usé que provoqué una ligera abolladura en el carro con mi cuerpo. Bueno, esa abolladura no saldrá pronto. Se oye un gemido dolorido detrás de mí y me asomo para ver que el conductor del auto donde nos estamos escondiendo está sangrando.
Mierda. ¿Dónde está Nicholai cuando lo necesito?
El automóvil se sacude cuando otra bala golpea contra el metal. El silencio vuelve a reinar, el conductor dejó de emitir sonidos.
—¡At! —grita Leo y aprieta sus pequeños puños.
—No te preocupes —él me mira y yo sonrío de manera alentadora, abro la puerta del auto y lo deslizo adentro —. ¡Son solo unos hombres malos que juegan con fuegos artificiales!
Leo muestra una mueca de molestia y probablemente sabe que le estoy mintiendo.
—Tengo que ir a decirles a esos hombres que deberían hacerlo en otro lugar, hacen mucho ruido por aquí. Sé que no te gusta el sonido. Vuelvo enseguida, ¿de acuerdo? — Leo asiente, escondiendo su pequeño cuerpo entre el asiento y la guantera.
Abro la guantera y casi suspiro de alivio cuando veo una pistola. Con un último beso en la frente de mi primo y una advertencia de mi parte, cierro y bloqueo el auto, asegurándome de que Leo sepa que no debe dejar entrar a nadie más que a mí o a Nicholai en caso de que llegue a tiempo.
Presiono mi espalda contra la puerta y veo a Nicholai escabullirse y burlar a algunos invasores que disparan a la entrada principal del edificio.
Llamo la atención de Nicholai, ya que tiene su teléfono y parece que discute con alguien. Probablemente está notificando lo que está sucediendo en la sede de la Bratva. Me observa por un momento y luego el camino que tiene que recorrer para estar a mi lado. Tiene que cruzar un tramo donde no hay nada que lo proteja de las balas. Se quita el abrigo y lo levanta antes de arrojarlo al aire lejos del auto e inmediatamente una serie de balas lo golpea. Joder.
—Haz algo de espacio, Iris —grita en italiano. Enarco una ceja, me deslizo un poco y observo mientras se lanza a través del espacio entre la puerta del edificio y el auto aprovechando la distracción que hizo con su abrigo. Aún así algunas balas lo siguen, golpeando el suelo bajo sus pies demasiado lentas para atraparlo. El auto se balancea por el impulso de su cuerpo chocando contra él y escucho a Leo gritar desde adentro. Grito por encima del sonido de las balas que todo está bien antes de mirar a Nicholai.