|39| Nulevaga zona

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Volví después de dos semanas, lamento hacerlos esperar tanto. Estuve en un conflicto, pero creo que todo está mejor.

 Estuve en un conflicto, pero creo que todo está mejor

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Iris

No puedo mover ninguna parte de mi cuerpo, pero si estoy consciente de lo que sucede a mi alrededor. Siento a Nicholai recogerme en sus brazos y los sollozos de Leo. Mi cabeza cae sobre su pecho sin mi permiso y oigo el eco de sus latidos en mi oído. Suena como un animal luchando por salir, el golpeteo feroz y rabioso chocando contra su pecho debido a lo que causé.

Me colocan en una cama y mis ojos se mantienen cerrados mientras Nicholai me pasa los dedos por el pelo y por la cara, no era un toque delicado. Por lo poco que pude hablar con Caín sé que Nicholai ha querido tenerme en su fortaleza desde que se enteró de que lo engañé en Montecarlo. Según las palabras de mi abuelo yo le causo curiosidad a Nicholai y quería "estudiarme", no tenía ningún interés amoroso, sino una bizarra curiosidad.

Justo cuando creo que se va a apartar, presiona su frente contra mi mejilla y suelta una carcajada.

—Al final descubriré que tanto ocultas, Krasivaya, aunque tenga que sacarlo de tu boquita venenosa.

Me despierto con el sonido de golpes, el puño de alguien golpea la pared, una voz infantil detrás del vidrio oscuro.

Leo.

Me levanto de golpe, haciendo una mueca por el dolor que recorre todo mi cuerpo. Maldito ruso. Estoy metida en una habitación de la fortaleza, la decoración es similar al resto del lugar, sigo con la misma ropa recubierta de cenizas y nada más. Veo una puerta a la derecha y me arrastro hacia ella, oyendo que mi primo me llama.

—¡Atenea, despierta, despierta, despierta!

—Estoy despierta, Leo, ¿estás bien? ¿Te has hecho daño? ¿Qué ha pasado? —Las palabras salen de mis labios más rápido de lo que puedo procesar, la inquietud se apodera de mí cuando intento entrar en su habitación, pero la puerta de vidrio está cerrada. Aprieto la frente contra el material, escuchando cómo se sienta contra ella.

—Estoy bien, At. Tu amigo Demetri nos trajo a su casa. Me dijo que lo había mandado mi hermano, ya que necesitaba cuidarme. Ahora va a cuidar de nosotros, creo —. Sonrío con amargura, cuanta mentira. Me alegro de que Leo no sufra ningún daño por culpa de una guerra que yo causé. ¿Cómo pude ser tan estúpida? Mandé a mi propio ejército a cuidar a todos en la ndrina de Moscú, pero Leo sigue siendo un niño, entrenado por el Consejo como yo, pero un niño, al fin y al cabo. Fácilmente puede ser engañado. Regan lo dejó solo y los anillos de seguridad que puse no fueron suficientes.

—¿Estás bien, At? ¿Sigues enferma? Vi como Nicholai te dio algo para el dolor hace unas horas —dice con la preocupación tiñendo sus palabras. No soy amante de los niños, pero Leo era mi familia y yo lo protegería a toda costa. Necesitaba sacarlo cuanto antes de la fortaleza para poder seguir con el plan. No importa el precio, lo tengo que sacar de aquí.

El Juego ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora