Capitulo 37

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Creer que sería un lindo día era mucho. Faltaba a pocas horas para el fin de semana, era viernes.  Después de volver al club creyó que estaría bien. Fue duro, fingir sonreír era más difícil que hacerlo de manera espontanea. Después de bajar del escenario vio a su amigo que le sonreía. 


Realmente apreciaba a su amigo, en el fondo lo comparaba como un hermano mayor, muy similar, aunque no tan gruñón. 


—¡Su alteza! Recuerde muy bien lo que le dije, ¡Tiene que ser una fiera!—lo alentó.


—Mnh lo haré. 


Ambos se despidieron, tenía la intención de quedarse y mirar a su Alteza, pero este alegó que tomara agua, apesar de que hizo un puchero obedeció al mayor, volvió a su camerino. 


Grande fue su sorpresa al ver una caja llena de regalos. Tenía la tentación de ver su contenido, y si había algo de esa persona, después de todo ni el lunes, ni el miércoles vino. No fue registrado su "nombre". 


Miró por unos segundos a la caja desde la distancia, pero desvió la mirada, agarró una botella de agua y tomó un buen tanto. Se miró al espejo, arreglando algunos mechones que estaban fuera de lugar y que se enredaron en el antifaz. 


Respiró hondo, su vista se fijó hacia abajo, donde podía ver un papel con varios nombres. Así como el miércoles le dió un miedo a leerlos, y poco a poco comenzó a sentir de nuevo frío. Uno que se extendía desde sus dedos hacia su cuerpo.


Frunció el ceño al darse cuenta lo que esa persona provocó en él. Realmente odiaba eso, odiaba sentirse nuevamente así. Se llevó una mano a su cabeza y suspiró. 


¿Por qué tenía que dejar que afectara a su vida? 


Volvió a verse al espejo, recordándose que había muchos que lo deseaban, no era el único hombre, pero el último que le hacía daño. 


Si viera su nombre ¿Qué debería hacer? 


Simple, ignorarlo. Si es necesario devolverle lo que haya pagado. No quería verlo. No necesitaba verlo, el único perdiendo sería él. 


Tomó el papel en sus manos, vio varios nombres conocidos como otros no. Sin terminar de leer los nombres, miró a un punto fijo en la pared. 


Una punzada de dolor se instaló en su pecho. 


No quería admitir que tenía una leve esperanza. Aunque sabía que era su propia mentira, engañarse así mismo. 


No volvió.  

No volverá.


Dulce StripperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora