Yoongi trabaja más de once horas al día para mantenerse a él y a su pequeño hijo, la vida es demasiado cara y no puede darse el lujo de quedarse en casa a holgazanear. Excepto cuando se da el gusto de visitar un club nocturno para divertirse y embri...
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Las mejillas de Jungkook se colorearon de rojo, tiró de la manga del saco sastre de Taehyung y susurró en su oído.
—Saluda al novio del jefe.
Girando los ojos, Taehyung sonrió falsamente ante Hoseok.
—Hola —dijo y luego se acercó a los vasos de la mesa, olfateando cada uno tratando de escoger el mejor.
Yoongi lanzó una mirada asesina a Jungkook, dándole a entender que no permitiría más desplantes por parte de su pareja, así que el chico entendiendo el mensaje, tomó a Taehyung de la mano con intención de llevárselo a saludar a sus compañeros de oficina.
Hoseok se removió incómodo en su asiento, bebiendo de golpe todo el contenido de su vaso.
—Con permiso, jefe, Hoseok. Iremos a saludar... —se alejó con su novio dejando a ambos nuevamente a solas.
Hoseok ahora estaba completamente seguro que a Taehyung no le agradaba y sabía que era a causa del lugar donde trabajaba. Su pasado era su sombra, no iba a poder cambiar los prejuicios de las personas, para todos seguiría siendo un sucio bailarín exótico.
—Hoba... —intentó llamar la atención de su novio, no quería que su ánimo decayera a causa de Taehyung.
—¿Podría beber otro trago, amor? Sabe delicioso —entregó el vaso y dejó un beso fugaz en la punta de la nariz de Yoongi.
No podía decirle que no a su pareja, y menos si le sonreía de esa manera que lo hacía derretir.
La reunión marchaba bastante bien, los empleados conversando entre sí, contando chismes, cuestiones familiares, y otros cuantos sobre negocios, como lo había hecho Yoongi con el nuevo equipo de agentes.
Hoseok lo acompañaba a cada rincón donde se detenía a intercambiar conversaciones, sin meterse, solo escuchando y bebiendo pequeños tragos de su vaso que ya le estaba haciendo efecto en su sistema.
Tan solo había consumido tres vasos y ya tenía el gesto raro. Su rostro estaba rojo y luchaba consigo mismo para no perder el equilibrio, sentía que el piso se movía como olas en el océano, así que se sostuvo del brazo de Yoongi.
—Amor —susurró discretamente al oído de Yoongi.
El mayor se giró para mirarlo.
—¿Qué ocurre, Hoba?
Pudo darse cuenta que Hoseok ya estaba completamente borracho.
