Capítulo 19: Fiesta en la Piscina

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Semanas después, en vísperas del cumpleaños de Sophie, Mary estaba mucho más estable. Su pasado era una mancha borrosa que ya no la atormentaba, su vida comenzaba, según ella, a ser normal. Se dedicó, en las últimas semanas, a ayudar a Ethan en los preparativos de la fiesta y por fin, ya estaba todo listo para el día siguiente. Mary estaba en la habitación de Sophie, conversando con ella sobre lo genial que sería la fiesta, pero Sophie desvió el tema:

—¿Te gusta mi papá?

Mary la miró perpleja, no esperaba esa pregunta de parte de Sophie.

—¿Por qué lo dices?

—Porque están muy juntos. Como novios.

—Pero somos amigos, los amigos también son muy unidos.

—¿Entonces no te gusta?

Mary suspiró.

—No lo sé, pequeña. Nunca lo he pensado.

—Yo creo que ambos se gustan.

—¿Has estado hablando con tu tía Megan, cierto?

—Sí. No. Yo...digo, no...

—Ay, esa Megan... —rió Mary.

—Pero sí creo que se gustan. Todos lo creen, la tía Megan, el tío Max...hasta Alex.

—Tu tío Max lo dice para molestarme. No deberías hacerle caso.

—¿Si mi papá te dijera que le gustas...?

—Sophie, ya es tarde. Tienes que dormir. Buenas noches —se levantó para irse, pero se percató de algo. Sophie no se movió ni un milímetro. Esperaba una respuesta.

Mary suspiró de nuevo.

—De acuerdo, ¿Cuál es tu pregunta? —se sentó de nuevo en la cama de la pequeña.

—Si mi papá te dijera que le gustas, ¿Te casarías con él?

Mary rió.

—Sophie, aunque pasara, y no creo que pase, el casamiento es algo serio, algo para siempre. No se toma a la ligera. Necesita tiempo.

—Pero mi papá y tú se conocen hace meses.

—Se necesita más que eso.

—¿Qué cosa necesitan?

«Amor» pensó Mary. De niña, antes de que arruinaran pensaba en casarse con alguien a quien amara de verdad, como las princesas que veía en las películas. Luego sus sueños se hicieron trizas, y nunca volvió a plantearse ese pensamiento hasta entonces.

—Tiempo. Se necesita más tiempo. Algún día lo entenderás.

—Pero yo si quiero que se casen —confesó Sophie.

Mary dejó escapar el aire. Esta niña era increíblemente insistente.

—¿Qué hay de tu madre?

Sophie se quedó pensativa un rato, hasta que por fin respondió:

—Extraño a mamá, la extraño mucho. Pero papá se ve feliz contigo, y tú con él.

Mary miró a la pequeña con ternura. Amaba demasiado a Sophie... ¿Cómo no hacerlo? Esa niña era un ángel.

—¿Qué? —preguntó Sophie.

—Eres muy experta en esto para tener sólo 10 años.

—Todavía tengo 9.

—Tendrás 10 en la mañana —besó su frente —. Ahora, a dormir.

—Buenas noches.

—Descansa princesa.

Sálvame del DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora