Capítulo 29: Charlas amenas

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Mary se encontraba en el baño de la casa donde había crecido, la casa de sus padres. Aquel cuarto le recordaba al día en el que encontró a su madre bañada en sangre, sólo que ahora, en la bañera llena de sangre, no estaba el cuerpo de su madre.

-¿Mamá? -preguntó Mary, buscándola con la mirada -, ¿mamá?

-Aquí estoy, hijita.

Mary se volteó hacia donde provenía la voz. Su madre estaba allí, vestida de blanco, y con vendajes en las muñecas. Su cabello caía sobre su pecho, largo y de color azabache.

-Mamá... -fue lo único que pudo articular, no podía creer que su madre estuviera ahí. Corrió hacia ella y la abrazó, mientras las lágrimas caían por su mejilla.

-Oh, Mary, no sabes cuanto lo siento.

-¿Qué cosa?

-He arruinado tu vida, pequeña. No me aleje de tu padre cuando podía hacerlo. Quería un padre para mis hijos, y que ese padre fuera el verdadero. Pero ese monstruo no era un padre, era un ebrio repugnante y delincuente. Hemos arruinado tu vida y la de Max, pero aún más la tuya, tú sufriste todo para salvar a tu hermano, y lo cuidaste cuando no tenían a nadie más. Has progresado y avanzado mucho tú sola, y estoy orgullosa, pero nunca me perdonaré lo que te hice.

-No importa, no importa -decía Mary, con voz quebrada.

-Claro que importa. Todo es mi culpa: tus miedos, tus inseguridades, tu desconfianza a todo el mundo. Eres una chica muy madura e inteligente, pero sigues siendo mi pequeña niña asustada, no te pude proteger, y eso no tiene perdón. Lo siento tanto, hija.

-Estás aquí, eso es lo que importa.

-No por mucho tiempo, tengo que volver a irme.

-No...mamá no te vayas.

-Pero no estarás sola, alguien más quiere hablar contigo.

-¿Qué?

Su madre sonrió y fijó su mirada en la esquina del baño, donde Mary pensaba que no había nadie, hasta que la vio. Frente a ella, había una chica de mas o menos su misma edad, de cabello castaño. La reconoció segundos después.

-Emily...

-Hola, Mary -habló Emily con voz melodiosa.

¿Qué ocurría? Primero su madre, ahora Emily...Mary pensaba que se estaba volviendo loca.

-No estás loca, estás soñando y ésta es la única forma que tengo para comunicarme contigo.

¿Por medio de los sueños? ¿Entonces...?

-Hable con Ethan esa noche.

Mary asintió.

-Lo sé.

-Estaba muy afligido, yo también lo note muy extraño estos días, y quise ayudarlo. A pesar de todo, no ha funcionado. Verme le ha afectado más de lo que creía. Pero tú sí puedes ayudarlo.

-¿Yo? Pero...

-No será fácil, tienes que convencerlo de dejarse tratar, no va a acceder tan rápido, es muy orgulloso y cree que puede tratarse a sí mismo, pero le hace peor.

-De acuerdo, haré lo que pueda.

-Una cosa más...

-¿Sí?

-No descuides a Max, ya te has perdido algunas cosas sobre él.

Mary no pudo deducir a qué se refería Emily, debido a que ella desapareció sin mediar palabra. De repente, Mary despertó en la habitación de Max. Se sentó en la cama, y se preguntó qué había ocurrido mientras dormía, qué habían sido esas apariciones. Sobre todo, se preguntó qué hacer con Ethan, y con Max. Tenía muchas dudas, pero optó por enfrentarse al nuevo día que estaba comenzando. Se levantó de la cama, tendió las sábanas, y abrió la puerta de la habitación que había cerrado la noche anterior con llave. Dudó sobre a quién ver primero; Ethan o Max. Se decidió por hablar con su hermano, hacía unos días que no hablaban como lo hacían antes; ella se había acercado mucho a Ethan, y Max a Megan. Tal vez, ya era hora de conversar como en los viejos tiempos.

Una vez decidido aquello, se dirigió a la habitación de Megan, a quien le había pedido que mantuviera a su hermano ocupado. Tocó la puerta y un Max desarreglado, despeinado y cubierto por un batín abrió la puerta.

-Mary... -dijo él, sorprendido de verla, pero notoriamente feliz de verla mejor.

-Hola, Max... -saludó cariñosa, ignorando las fachas que vestía su hermano.

-¿Q-qué cuentas, has arreglado las cosas con Ethan? -le preguntó atropelladamente.

-¿Qué ocurre, Max? -inquirió su hermana, que lo notaba extraño -, ¿Dónde está Megan, está ahí?

-¡No!

-¿Maxie, qué ocurre? -preguntó Megan desde dentro de la habitación, dejando en evidencia a Max.

Mary miró a su hermano confundida. Luego de un momento, asoció toda la información: Max desarreglado, nervioso, agitado, y Megan estaba dentro... No quiso pensar más sobre el tema, así que volteó la mirada a otro lado, gesto que Max malinterpretó como que ella estaba enojada.

-Mary, déjame explicarte...

-No, está bien, ya eres un adulto, Max.

-Pero...

-Hablaremos luego, ¿sí?, pero no estoy enojada.

-De acuerdo.

***

-Así que... ¿Megan y yo somos dobles cuñadas?

Max y Mary se encontraban en hamacas, sin columpiarse, pero sí meciéndose lentamente. Solían hacerlo de niños, pero con el tiempo perdieron el hábito.

-Algo así, como Ethan y yo -le sonrió él, pero Mary bajó la cabeza; no podía seguir evitando el tema, así como no podía seguir evitándolo a él -. Lo siento.

-Está bien. Tendré que enfrentarme algún día contra el miedo.

-Sé que lo harás -él colocó su mano en el hombro de su hermana.

-Sígueme contando cuándo empezó todo esto. Siento que me perdí de mucho.

-Oh, no tienes idea -dijo él, sonriente.


Sálvame del DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora