-¡Albert, no lo hagas! Es una niña. -la madre de Mary re tiró sobre él, para impedirle lo que pensaba hacer con su pequeña hija.
-Bueno, ya va siendo hora de que se convierta en mujer.
-¡Es tu hija!
-¿Y qué?
-No arruines su vida. Por favor.
-Tú arruinaste su vida, desde el momento que la diste a luz a esa maldita. ¡En el puto momento que te embarazaste, dos veces, y me ataste a todos tus problemas!
-Ella no tiene la culpa de esto.
-No, pero pagará los errores de su madre y, tal vez, aprenda a hacer lo que tú nunca aprendiste.
-Eres un maldito...-no terminó la frase, la mano de su esposo se había estrellado con su rostro.
-¿Por qué te casaste conmigo entonces? -inquirió él.
-Mi hija necesitaba un padre. Pero tú no eres un padre, eres un monstruo.
-Si, como digas.
-No tocarás a mi hija -otro golpe la derribó. Esta vez, Albert se volteó para golpearla varias veces más, dejándola inconsciente.
-¿Qué decías, querida? -rió perverso y se dirigió al cuarto de su hija.
Mary estaba allí, con la cabeza debajo de la almohada, tratando de no escuchar la discusión de sus padres. Todos los fines de semana eran lo mismo: Su padre volvía ebrio del bar, golpeaba a su madre, la violaba y torturaba, mientras que ella y su pequeño hermano, se escondían debajo de la cama de Mary, escuchando los gritos de sufrimiento de su madre.
-Hola, cariño -saludó adentrándose en la habitación. Su hija se quedó paralizada, él nunca iba a su habitación, y menos ebrio. Notó que no había oído los alaridos de su madre, lo que significaba que no le había hecho nada, aún -. ¿Por qué esa cara? Sólo quiero jugar.
Mary vio, antes de que su padre cerrara la puerta, el cuerpo de su madre. Pensó lo peor, y se tiró sobre su padre arañándolo, pero éste fue más rápido, y la tomó por las muñecas, inmovilizándola. Ella gritó, pero él la calló con un golpe y la amenazó. Ella sollozaba y pedía a su padre que no lo hiciera, pero él estaba enfermo, desquiciado, obsesionado. Ese día, destrozó el cuerpo de Mary y también su vida. Ella tenía sólo 13 años.
-Te pareces demasiado a tu madre. De seguro terminarás igual que ella.
Mary elevó la vista contra su voluntad, para que aquella bestia, su padre, viera en lo que la había convertido: una chica impura, incapaz de sentir otra cosa que no fuera miedo y odio. Su rostro era inexpresivo, su mirada perdida, sus ojos hinchados, su nariz roja, y en sus mejillas habían lágrimas a punto de secarse.
Su padre quitó el seguro de la habitación, y abrió la puerta, dejando entrar a su mujer.
-¡Hijo De Puta! -gritó antes de correr a abrazar a su pequeña, quien seguía inmóvil e inexpresiva -. Mary, mírame. Hijita, mírame.
-¡Mary, despierta! -ella despertó sobresaltada, con el sabor salado de las lágrimas en su boca -. Hermana, ¿Qué pasó?
-Nada. -odiaba que la vieran llorar, porque debía explicar el motivo.
-Mary, estás llorando. Dime qué pasó -ella no contestó, pero Max sabía la respuesta -. Tuviste una pesadilla, con él.
-Un recuerdo -corrigió ella.
-Tranquila, eso no volverá a pasar. Ese bastardo murió solo, como siempre debió estar. No te hará nada a ti ni a nadie.
-De acuerdo -dijo más tranquila.
-¿Quieres que duerma contigo esta noche? -preguntó rodeándola con un brazo.
-No te quiero molestar, mañana trabajas -ella apoyó su cabeza en el hombro de su hermano.
-Igual que tú, y tienes que ir bien descansada. Anda, hazme un espacio -dijo empujándola levemente. Ella rió y se corrió dejando un hueco para su hermano. Éste la abrazó haciéndola sentir protegida. Si bien ella era la hermana mayor, Max era muy alto y ancho de hombros para su edad.
-Te quiero, hermana.
-Y yo a ti.
Si saber cuándo, ambos se quedaron dormidos.
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¡Wow! Pobre Mary, todo lo que tuvo que sufrir... Bueno, ahora ya saben un poco más sobre Mary.
Gracias por leer, y espero que les haya gustado a pesar de todo.
Pd: La que está en multimedia es Mary de adolescente.
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Sálvame del Dolor
RomansaCuando el amor surge a partir del dolor... ¿Se puede amar estando herido? ¿Puede el amor borrar el dolor del pasado?