Capítulo 23: Jees

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Mary corrió hacia el callejón sin salida. Ethan iba detrás de ella, caminando lento y silencioso.

Ambos se asomaron por la entrada del callejón y observaron la escena sopesando si intervenir o no. Bueno, más bien era Ethan quien lo meditaba, porque Mary se dirigía hacia allí.

Él le tomó el brazo, impidiéndole ir.

-Hay que hacer algo, por favor-suplicó ella.

Él negó.

-No quiero que te lastimen.

-Y yo no quiero que la lastimen a ella -dijo soltándose -.Quédate aquí.

-No.

-Ethan, por favor. Confía en mí. Si pasa algo necesito que estés aquí para intervenir.

Él la miró entrecerrando los ojos, pero ella tenía razón, si ambos iban, nadie los protegería. Asintió y Mary salió corriendo hacia el hombre que amenazaba a la joven

-Déjala en paz.

El hombre volteó, y al verlo, Mary quedó paralizada. Era el hombre que años atrás la había acorralado a ella y a Max en un callejón como aquel. Aquel hombre, de unos cincuenta años actualmente, mantenía su cabello pelirrojo anaranjado, aunque unas cuantas canas aparecían cerca de las raíces, el rostro del hombre estaba lleno de cicatrices y moretones, y sus ojos, cuyo iris era de un gris apagado, estaban hinchados y rojos por los químicos que consumía.

-¿Y tú quien...? -el hombre también la reconoció, la miró de arriba abajo y sonrió -, te recuerdo, eras una niña entonces...Ahora has crecido, y vaya que has madurado.

Mary se dijo a sí misma que no hiciera caso, que Ethan estaba detrás de ella, cuidándola, por si algo pasaba.

-¿Has vuelto por más, preciosa?

Mary se concentró en respirar, debía enfrentar su pasado.

-¿Esto es todo lo que has hecho en 10 años? ¿Aprovecharte de niñas inocentes para satisfacer tus estúpidas necesidades? Me sigues dando asco.

-Cuando las presas son fáciles, hay que saber atacar.

-¡Es sólo una adolescente! ¡Déjala ir!

-¿Te ofreces a cambio?

Mary demostró su asco en una expresión.

-Nunca.

-Ya es tarde para eso, muñeca. Ahora estoy interesado en ti -dijo jalando el brazo de Mary para atraparla, ella forcejeó, pero era inútil. Las imágenes de su pasado volvían a ella, y ya no podía pensar claramente.

-¡Déjala, maldito infeliz! -Mary sintió que el violador caía al suelo, mientras que alguien la sostenía a ella -Mary, Mary, ¿estás bien?

Ella asintió como pudo, aún abrumada por la transición de imágenes que había visto, y se apoyó sobre un muro cuando Ethan la soltó. Mar se recordó que estaban ahí para salvar a una chica, así que comenzó a controlar su respiración hasta que por fin recuperó totalmente la cordura y pudo abrir los ojos. Al hacerlo, vió a Ethan golpeando al hombre pelirrojo, sin piedad. Se lo merecía, pensó ella, pero Etan no iba a matar a nadie por más que ese hombre se lo mereciera. Se lanzó sobre él, tomando sus brazos.

-Ethan -lo llamó -, Ethan, ya está bien. Ya lo noqueaste, para.

-Trató de hacerte daño.

-Lo sé, pero no lo hizo, me salvaste. Pero no sigas, vas a matarlo.

-Eso es justo lo que quiero.

-Ethan, no. No vas a manchar tus manos con sangre de este maldito. Para, por favor.

Sálvame del DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora