Capítulo 37: Milagros inesperados

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Ethan tomó a Mary por la cintura y la atrajo hacia sí mientras le daba besos desenfrenados, con delicadas mordidas en su labio inferior. Las manos de Mary quedaron en la nuca de su esposo, sus dedos jugaron con su cabello.

Ethan recostó a Mary en la cama y se colocó encima de ella, con cuidado de no aplastarla, y siguió besándola. La miró a los ojos y ella a él, solo eso bastaba para saber que se amaban, el brillo en los ojos de ambos era la muestra irrefutable de eso.

Los besos, caricias y mordidas aumentaron su intensidad, los jadeos y gemidos de ambos llenaban la habitación. Ethan fue recorriendo el cuerpo de Mary con las manos, sin dejar de besarla. El vestido que Mary usó para la fiesta, ahora yacía en el suelo, junto a la camisa y el pantalón de él. Lo siguiente fue la ropa interior.

Una vez superadas todas las barreras de ropa, Ethan acarició la piel desnuda de Mary, mientras hacía un camino de besos desde sus labios hasta su clavícula. Ella, en respuesta, le arañaba la espalda, erizándole el vello a su esposo.

Todo fue amor, dulzura y pasión cuando sus cuerpos se unieron finalmente, y luego de un tiempo, llegaron juntos a la cima. Ethan la abrazó y le susurró:

—Te amo, Mary.

—Te amo —respondió ella sonriendo.

***

—¿Mary?

—¿Si, pequeña? —ella se volteó a ver a Sophie. Alex, que estaba con ella, respondió.

—Nos preguntábamos si... bueno, ahora que estás casada con papá...—Alex parecía nervioso, y le costaba terminar la oración.

—Si podríamos decirte "mamá" —finalizó Sophie.

Mary se quedó estupefacta. Los niños querían decirle mamá. A ella.

—Niños, yo... Ustedes son como hijos para mí, pero no sé si merezco tanto. Además tienen una madre que los cuida desde arriba.

—Y tenemos una madre que nos cuida aquí, que eres tú.

Mary sonrió, Sophie era muy dulce, siempre lo había sido. Alex abrazó a Mary.

—Queremos que tú seas nuestra segunda madre.

Ethan los observaba desde el arco de la cocina, sonriendo. Mary le observó, esperando una respuesta de su parte, pero él solo sonrió. Miró a los niños nuevamente.

—Me hace muy feliz que me consideren su madre, gracias—dijo emocionada.

—De nada, mamá —respondió Sophie.

—Te quiero, mamá —le siguió Alex.

—Y yo a ustedes.

***

En el mes siguiente, Max y Megan se casaron. Fue una boda sencilla como la de sus hermanos, pero no por eso menos importante. Ambos matrimonios vivían aún en la antigua casa, aunque Max estaba a punto de rentar un departamento para él y Megan. Ethan, por su parte, quería una casa más grande, ya que planeaba en un futuro tener hijos con Mary, además de sus hijos estaban creciendo y cambiando de etapa, por lo que debería darle habitaciones más grandes. Durante ese mes Mary se había enfermado, o eso creía Ethan. Ella insistía en que estaba bien, pero él la notaba fatigada y débil.

—Ethan, hablo en serio. Estoy bien.

—Estás pálida, y débil. Me preocupas, amor.

—Tal vez no estaría débil si no me hubieras tenido tres días en un reposo innecesario.

Sálvame del DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora