Capítulo 24: Las Manos Rojas Jamás Se Desvanecen

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La Ciudad

El grito de Dragana fue escuchado por el guardia del complejo, que quiso ir a revisar qué había pasado, pero fue detenido por un hombre vestido con ropa táctica que apareció casi de la nada, y con señas le dijo que volviera a meterse a la caseta y que no hiciera ruido; sabiendo de quiénes se trataban, el hombre se quedó ahí, con algo de miedo, mientras veía cómo varios hombres armados entraron al complejo.

La gente que se preocupó por el ruido quiso averiguar que había sucedido, pero se metieron al instante a sus domicilios cuando los hombres armados aparecieron y les hicieron señas de que se resguardaran.

Estos arribaron al apartamento de Ming-Yue, tomando ciertas posiciones. Dos entraron a la habitación de la antes mencionada, encontrando a Dragana abrazada del cuerpo de la china, llorándole amargamente. Los dos hombres con pasamontañas se miraron entre sí, hablando en serbocroata

-Mierda, esto complicará las cosas.

-Habrá que llevárnosla con la jefa...

En eso, Dragana reaccionó y volteó a ver a los dos hombres con un rostro iracundo.

-... ¿Cuál jefa? –Les pregunta en su mismo idioma-...

-¡Mierda! ¡Nos entendió!

En eso, llegó otro hombre.

-¿Qué sucede...? ¡Ah, joder!

-Jefe, ¿qué hacemos?

El hombre se encoge de hombros y suspira.

-Sométanla y llévensela... antes de que venga alguien más.

-¡Los voy a matar!

Dragana se abalanza contra los hombres, dándole un puñetazo a uno, que lo derriba, y un rodillazo al otro, que le saca el aire, pero el que parecía ser el comandante logra tomarla de frente con un candado frontal o Guillotine Choke. Dragana aún tuvo fuerza suficiente para derribarlo, pero él no la soltaba.

-Lo siento, chica. Es lo mejor.

-M-Ming... Yue...

Dragana veía el cadáver de su amiga al ir desfalleciendo, mientras los hombres armados revisaban el cadáver y hablaban con alguien por radio.

...

Dragana despertó en un sillón; la chica vio que estaba en una oficina lujosa en un rascacielos. Mirando a la luna y dándole la espalda, estaba Tamara Cholokashvili, quien volteó a verla.

-Ah, ya despertaste.

-¡Puta!

La chica planeó arrojarse sobre Chocolate, pero, casi de la nada, varios hombres se interpusieron y le apuntaron con sus armas, deteniendo a la croata.

-Tranquila, cariño. Si mueres aquí, no podrás vengarte.

-Mi señora –decía Natalia, quien apareció a escena-, por eso le dije que debíamos atarla.

-Es una de mis chicas, no pienso maltratarla.

-¡Puta hipócrita! ¿Qué hay de Ming-Yue?

-¿Crees que yo tuve que ver? No te equivoques, prefiero cambiarme de sexo a hombre antes que hacerles daño a mis chicas de esa manera.

-¿Entonces por qué tus hombres estaban ahí?

-Quise salvarla... pero llegué tarde. Tu amiga fue asesinada por su propio padre.

-... ¿Qué?

-Así es... su padre tuvo unos problemas con unos prestamistas, y amenazaron con secuestrar y asesinar a su hija si no les pagaba... él quiso hacerse cargo de las cosas de una manera que él creyó que sería más... misericordiosa, por así decirlo. Luego, él se colgó.

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