Capítulo 20: ¿A quién le importa?

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-¡Qué hermoso está este lugar!

-... No mames, ¿vives aquí y nunca has venido a la Sierra?

-¿Tú sí, Carla?

-Este... pues... ¿sí?

-¿Cuándo?

Llegando a una enorme y hermosa finca oculta entre la gran cadena montañosa que cruza el estado de norte a sur, conversaban Aurora, quien estaba sorprendida por el lugar, Carla, quien cuestionó a la primera, y Marissa, que cuestionó a la segunda sobre su conocimiento del lugar a donde fueron.

-Pues el año pasado fui a "La Presa" con unos camaradas.

-¡A "La Presa" puede ir cualquier hijo del vecino! Esta es una zona exclusiva cuyo predio más chico puede valer más que toda la colonia donde vives.

-Pero de que he ido a la Sierra, he ido a la Sierra.

-¡Ay! ¡Eres imposible!

-Siendo francos, tampoco es que esta zona esté ni siquiera en el estado... digo, hay unas partes de la Sierra que ni siquiera conocía.

-Justamente estamos de nuestro estado y el vecino al poniente; justo donde nace la cordillera –intervino Natalia, quien fue la que las acompañó en el viaje en ese auto de lujo que las llevó al rancho de Chocolate; el resto de las chicas bajaban de sus vehículas-. A la señorita le gustó este lugar porque le recordaba su natal Georgia.

-¿En Georgia hay montañas? Yo creí que había puros rednecks.

-¡No seas ignorante! –Responde Marissa a Carla-. Está hablando de Georgia, el país; no de Georgia, Estados Unidos.

-He ido a otras partes del país, y sí he subido a las montañas que rodean la Metrópoli... pero nunca había venido exactamente a este lugar.

-Espero y disfruten la estadía, solo procuren no causar destrozos; cualquier cosa que necesiten, pregúntenme.

Natalia se retira con tranquilidad hacia dentro del predio: era un campo abierto, rodeado por las altas montañas, el aire se veía bastante limpio; había una enorme piscina, palapas, parrillas, un bar, y también una amplia hacienda.

-Vaya, cómo viven los ricos. ¿Tú así vives, Marissa?

-Claro que sí; pero evidentemente Chocolate tiene muchas más propiedades.

-¡Vaya! Ya me vi cuando sea campeona de Amazon's Coliseum y tenga mi casota en la playa.

-Si es que puedes pagar los servicios...

-¡Claro que sí! Con el dinero que gane.

Marissa volteó los ojos en señal de fastidio.

-¿Sabes qué? Deja mejor entro, antes de que me vuelva loca esta naca.

-¡Naca pero ganaré mi dinero con mi propio jale! ¡Oye! ¡Ven! ¡Te estoy hablando!

-Déjala, Carla. Venimos aquí a relajarnos, no a pelearnos.

-¡Lo sé! Pero esa pinche fresita... ¡Agh! ¡Me caga!

-Te va a dar un infarto. ¡Ven! ¡Mejor entremos! Quiero ver qué tal es la finca.

-¡Ya aullaste, mi lobita!

Las chicas recorrían el lugar, la mayoría bastante sorprendidas por lo que veían. Unas bromeaban, otras se aventaban a las habitaciones bastante lujosas con vista al panorama montañoso. Otras ya habían encontrado el refrigerador con las cervezas y los estantes de alcohol.

-¡Genial! –Decía Emy Star-. ¿Dónde te habías metido, baby?

-¿Tan temprano y pensando en alcohol? –Dice Niane, quien se acerca, al tiempo que Emy le arroja una botella de cerveza-.

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