[Einar]
Estaba sentado en la pequeña sala de la casa de Aitana, esperando por ella que había ido a acostar a nuestro hijo, no paraba de mover mi pierna de un lado a otro, recordaba cuando en el auto me dijo que no se iría conmigo a la manada y me frustraba, no sabía cómo iba a lograr que se vayan conmigo, un millón de cosas pasaban por mi cabeza, necesitaba que llegue ya para calmarme, Kenai no paraba de removerse inquieto dentro de mí.
-Traje té, te ofrecería café pero no tengo – dijo mordiéndose el labio inferior mientras me tendía una taza.
-Gracias – dije sonriéndole más tranquilo, ella se sentó a mi lado y se giró para verme – Quiero darle mi apellido a Kilian – le dije seguro y ella se ahogó con el té que estaba tomando - ¿Estás bien? – dije sacándole la taza de su mano, mientras la miraba preocupado.
-Sí – dijo acomodando su garganta – Quieres darle tu apellido – susurró y luego asintió con la cabeza – Me parece bien. Pero antes tienes que responderme algunas cosas. ¿No te vas a ir verdad? Sé que vives en Alaska, y obviamente vas a irte, a lo que me refiero es que, no te vas a ir de la vida de Kilian ¿no? – me preguntó y olí su miedo.
-Por supuesto que no me voy a ir de su vida – dije seguro y ella asintió con la cabeza mientras suspiraba, como si se hubiera sacado un peso de encima.
-Tenemos que decirle que tú eres su papá – me dijo y yo asentí con la cabeza – Cuando se despierte le decimos – me regaló su hermosa sonrisa y yo se la devolví.
-¿Tienes novio? – le pregunté casi sin pensarlo, y ella frunció el ceño.
-No he estado con nadie después de ti – susurró con sus mejillas sonrojadas mientras miraba para otro lado, y Kenai aulló de felicidad. Yo la miré con una enorme sonrisa y me acerqué más a ella, tomé su mentón con una de mis manos para poder conectar nuestros ojos.
-Yo tampoco – le aseguré, mientras me acercaba cada vez más a ella. Aitana bajó su mirada hasta mis labios, para después mirarme a los ojos de nuevo, dándome ese silencioso permiso para besarla.
-Mami – escuchamos que la llamó nuestro pequeño y ella se separó de mí en menos de un segundo. Ambos dirigimos la mirada hacia nuestro hijo, que estaba con un tierno pijama de dinosaurios mirándonos con su ceño fruncido.
-Ven mi amor – lo llamó y él corrió hasta su mamá, escondió su carita en el cuello de ella y yo quise golpearme por sentir celos de mi cachorrito – Tengo algo que decirte.
-¿Qué? – preguntó separándose para poder mirarla con sus ojos bien abiertos. Aitana desvió sus ojos para mirarme a mí y yo le sonreí para calmarla, sentía como su corazón latía de forma desbocada en su pecho.
-¿Te acuerdas como se llama tu papá? – le preguntó y él asintió con la cabeza.
-Como él – dijo nuestro pequeño cachorro señalándome.
-Eso es porque él es tu papá Kilian – le dijo Aitana y él giró rápidamente su cabecita hacia mí.
-¿De verdad? – me preguntó y yo le sonreí.
-De verdad – le aseguré, y en menos de un segundo lo tenía en mis piernas, rodeando mi cuello con sus bracitos.
-¿Ya no tienes que trabajar más? – me preguntó y yo fruncí mi ceño mientras miraba a Aitana.
-Le conté que trabajas en muchos lugares del mundo y que estabas de viaje – me contó mordiendo su labio inferior con nerviosismo.
-Tengo que trabajar, pero no voy a moverme de alado de ustedes dos – le aseguré y sentí cómo el corazón de Aitana se aceleró, desvié mis ojos de mi hijo para fijarme en ella. Estiré mi brazo para tomar el hombro de Aitana y acercarla a mí, para darnos un abrazo de a tres, el primero de muchos.
-¿Mami podemos ver una peli de superhéroes? – preguntó Kilian mientras se acomodaba en mis piernas.
-Claro que sí – dijo con una sonrisa – Busquen la peli que quieran, mientras voy a hacer pochoclos.
Cuando Aitana nos abandonó, Kilian me acercó el control para que prenda la televisión, puse Netflix como él me pidió y juntos comenzamos a elegir la película que miraríamos.
-¿Quieres ver la del Capitán América papá? – me preguntó y lo apreté contra mi pecho al sentir como me llamó, mi pequeño cachorro ya me reconocía como papá.
-Claro cachorro – le dije sonriendo, cuando pusimos la película Aitana llegó a nuestro lado con un bowl lleno de pochoclos, la obligué a acomodarse en mi pecho y la película comenzó, yo no podía sentirme más feliz, con mis dos amores en mi pecho.
-Así no puedes comer – me dijo Aitana en un susurro, yo la miré y le sonreí.
-Prefiero no comer, así estoy muy bien – y los apreté a ambos un poco más contra mí, ella me regaló una encantadora sonrisa.
-Abre la boca – me dijo con un puñado de pochoclos en su mano, yo obedecí y ella los depositó con cuidado en mi boca.
-Gracias mi Luna – le susurré, para dejarle un beso en su cabeza, noté como ella frunció su ceño, para después poner su atención en la pantalla.
Los tres miramos abrazados la película, Aitana me daba de comer en la boca y yo me dedicaba a abrazar y mimar a mis dos pequeños, Kenai y yo no podíamos más de la dicha que sentíamos, en todos nuestros años de vida no nos habíamos sentido tan felices como ahora, quería que el tiempo se detuviera en ese mismo instante.
-¡Juguemos papi! – me gritó mi hijo con energía cuando la película terminó.
-Ve a jugar tú solo Ki, Einar debe estar cansado – le dijo con amor Aitana mientras comenzaba a recoger los vasos y el bowl vacío.
-Por supuesto que quiero jugar contigo hijo – le sonreí y él tomó mi mano, pero yo lo frené cuando quiso llevarme a su cuarto - ¿Juegas con nosotros? – no quería separarme de mi Luna.
-¿Te quedas a cenar? – me preguntó mientras jugaba con un mechón de su pelo con nervios.
-Si me invitan, por supuesto – y le regalé mi mejor sonrisa, ella me sonrió de vuelta para después asentir con su cabeza.
-Entonces ustedes vayan a jugar tranquilos, yo voy a cocinar – tomé en brazos a Kilian y me acerqué a ella para dejarle un beso en su frente.
-Gracias – le susurré, ella me miró confundida pero me sonrió. No solo le agradecía por la invitación, le agradecía por dejarme entrar en su vida y la de mi hijo, por haber hecho tan buen trabajo criando a nuestro hijo, por simplemente estar frente a mí.
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Una Humana para el Alfa
WerewolfAitana no creía en el amor a primera vista, pero no supo explicar qué le sucedió cuando lo vio por primera vez, no entendía porque su cuerpo reaccionaba a él como si fueran un imán. Esa noche que se conocieron, Aitana no supo todo lo que iba a cambi...