Tres

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[Einar]

A las siete de la tarde salí de la empresa hacia un restaurante que me había recomendado Andrew, previamente su secretaria había hecho una reserva. Necesitaba comer algo y dormir, estaba agotado, sin lugar a dudas había perdido el ritmo de esta vida de negocios.

Cuando llegué al restaurante sonreí, de afuera se veía acogedor pero sin perder su elegancia. Cuando entré una muchacha me recibió.

-Buenas noches, mi nombre es Susan, ¿tiene reserva? – me sonrió con coquetería y yo no pude retener mi bufido.

-Truswell – respondí de forma seca.

-Enseguida lo acompañan a su mesa – me dijo con nerviosismo.

A los pocos segundos un chico se acercó a nosotros, me acompañó a la mesa, me entregó el menú y se retiró, comencé a ojearlo y noté como Kenai se removía incómodo.

-¿Qué te pasa Kenai? ¡Quédate quieto! – me quejé mediante nuestro vínculo.

-¿No lo sientes? – me preguntó y yo fruncí mi ceño de forma inconsciente.

-¿El qué?

-Nuestro – rugió y yo quedé confundido, pero cuando quise preguntar un hermoso olor a jazmín y menta llegó a mis fosas nasales. Me levanté de mi lugar sin pensarlo y comencé a buscarla, hasta que la vi, en la puerta del restaurante, con una bella sonrisa. Vi cómo comenzó a caminar hacia mi dirección pero sin notar mi presencia, hasta que su cuerpo colisionó con el mío, yo la tomé de la cintura para que no se caiga.

-Mía, solo mía, ¡no la dejes escapar! – me gruñó Kenai, intentando tomar el control de mi cuerpo, pero peleé contra él para mantenerme.

-Disculpa – me dijo con su voz cargada de timidez y vergüenza, aún no se dignaba a levantar su bello rostro y yo no movía mi mano de su cintura, no quería separarme de ella.

-Aitana – dije con mi voz más ronca de lo normal, ella levantó su preciosa cara y conectó sus ojos negros con los míos, vi como sus mejillas se tiñeron de un delicado rosado y quise hacerla mía en ese mismo lugar, Kenai peleaba con más fuerza por tomar el control, pero no iba a dejarlo.

-Einar – susurró y una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo, cómo había extrañado esa dulce voz. Noté como llevó su mano hacia su brazo y se pellizcó, quise reírme por su acción, pero yo también quería hacer lo mismo, quería asegurarme que esto no era un sueño - ¿Qué haces acá?

-Negocios – respondí más serio de lo que quería. Nos quedamos mirando a los ojos por unos minutos, hasta que sentí sus pequeños brazos rodear mi cintura y su cara pegada a mi pecho, no me llevó mucho reaccionar y envolver su cuerpo con mis brazos, la acerqué aún más a mí si era posible y hundí mi cara en su cuello para aspirar su delicioso aroma – no sabes todo lo que te busqué – le susurré mientras comenzaba a sentir una inmensa paz en mí, Kenai se iba calmando poco a poco.

-Sabía que nos íbamos a volver a ver – me susurró y mi corazón estalló de felicidad al saber que ella también esperaba por mí. Tomé con una mano su cara para poder separarla unos centímetros de mí para que nuestros ojos se conecten, mi otra mano aún la tenía fija en su cintura.

-Necesitamos hablar – declaré, ella se quedó unos minutos en silencio, mirándome a los ojos aún sin creer que yo estaba frente a ella, hasta que nuestra burbuja se rompió.

-¡Mami! – una dulce voz gritó detrás de mí, sentí como el cuerpo de Aitana se tensionó y de un salto se separó de mí – Mami – volvió a gritar y ante mí apareció un pequeño niño rubio que se prendió a la pierna de Aitana.

-Hola mi amor – Aitana se agachó a su altura y lo alzó en sus brazos, para después llenar su carita de besos, los ojos de ella solo demostraban amor, hasta que me miró y el pánico se reflejó en ellos.

Mi corazón dolía, me dolía saber que había seguido con su vida, era madre y yo solo quería escaparme de allí, quería arrancarle a ese niño de sus brazos, quería llevármela de allí sin mirar atrás. Mi lobo me gruñó ante mis pensamientos y yo no entendí como a él no le dolía.

-Nuestros – me gruñó y yo no comprendí.

-¿Nuestros?

-¿Puedes ser tan estúpido? Siente su olor – me exigió y yo aspiré, para poder notar la esencia del pequeño rubio, olía a menta y bosque, tenía el aroma de su mamá y el mío, también olía a lobo.

-Nuestro – dije feliz.

-Cariño, ve con tu tía – sentí como le dijo al pequeño y él separó su cara del cuello de su mamá.

-No, te extrañe – le dijo mi hijo con su vocecita de bebé, noté como la mirada de mi mate brillaba de amor y ternura.

-Yo también cariño, pero mamá necesita hablar con su amigo – y me señaló a mí con la cabeza, mi pequeño cachorro gruñó con molestia y mi pecho se llenó de orgullo, hasta que giró su cabecita para fijarse en mí, sus ojos turquesas iguales a los míos mostraban molestia, que se esfumó al verme, su lobo reconoció a su padre. Me sonrió y en sus mejillas sonrojadas aparecieron los mismos pocitos que había cuando su madre sonreía. Mi cachorro era la mezcla perfecta de nosotros dos.

-Hola – su dulce voz hizo a mi corazón agrandarse - ¿Cómo te llamas? – me impresionó lo bien que hablaba para su corta edad, tendría poco más de tres años.

-Einar, ¿tú? – le pregunté acercándome a ellos dos, noté como Aitana acercaba más a nuestro hijo hacia ella, le sonreí para tranquilizarla, intentando asegurarle que no les haría nada.

-¡Cómo mi papá! – Exclamó y noté como Aitana perdió todo su color, yo la miré a los ojos con una sonrisa y ella me miró con miedo – Yo Kilian.

-Todo está bien – le dije a Aitana acercándome más a ellos, mientras le sonreía - ¿Cenaron? – Les pregunté y mi precioso cachorro negó con su cabeza, haciendo que sus risos rubios fueran de un lado a otro - ¿Qué les parece si me hacen compañía? – les pregunté, y noté enseguida el terror en los ojos de Aitana.

-Mami abajo – le exigió el pequeño Kilian mientras se sacudía en los brazos de ella que no hacía más que apretarlo cada vez más, mientras él se sacudía con mayor violencia.

-Kilian – le dije en tono serio y él dejó de moverse, no quería que lastime a mi pequeña Luna, él era mucho más fuerte que su mamá, aun siendo un cachorro – Aitana, bájalo – le ordené y ella con inseguridad lo bajó – Ve con tu tía – le pedí a mi cachorro, recordando las palabras de su mamá, y él sin rechistar me obedeció. Yo me acerqué a Aitana y la abracé con fuerzas – Acabas de hacerme el hombre más feliz del mundo – le susurré – ¿Qué es lo que te da miedo? – le pregunté mientras tomaba su cara con mis dos manos, para poder mirarla a los ojos.

-No me quiero separar de él – me dijo con sus ojos llenos de lágrimas, y mi corazón se apretó al verla así, besé su frente y la abracé con fuerzas.

-Nunca mi pequeña Luna, nunca te voy a separar de nuestro cachorro – le aseguré y sentí como su corazón se ralentizaba – Ahora ve a buscar a Kilian y cenemos en familia, luego tendremos tiempo de conversar nosotros dos, ¿te parece? – le pregunté acariciando su cabeza, sentí como suspiró y asintió y unos segundos después se separó con la promesa de volver en unos minutos.

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Holaaaaa ¿Cómo están? Yo estoy feliiiiz, el sábado tuve una prueba y la salvé!! En la semana tengo otra más, pero el viernes si o si vuelvo con otro capítulo más.

En la foto se encuentra el bombón de Kilian.

Espero disfruten la lectura, muchas gracias por quienes leen, votan y/o comentan!

Una Humana para el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora