Extra #1

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[Einar]

         Tenía demasiadas ganas de irme, me había dejado arrastrar por unos humanos y mi beta hacia una discoteca, el ruido me tenía ensordecido y la mezcla de demasiados olores me tenía mareado, agradecía a la vida que estábamos en la zona VIP y no en esa masa de cuerpos y sudor que se encontraba en la pista de baile. Y como si todo esto no fuera poco, Kenai, mi lobo, estaba realmente inquieto. Pero necesitaba cerrar un trato y estos estúpidos humanos querían venir a conversar acá, como si pudieran escuchar algo en todo este ruido.

-¿Te puedes quedar quiero Kenai? Yo tampoco quiero estar acá, un rato más y nos vamos.

-¿Es que no la sientes? Está cerca – su voz emocionada me hizo fruncir el ceño inconscientemente.

-¿Quién está cerca? ¿Estamos en peligro?

-¡Nuestra Luna! ¿Es que de verdad no la puedes sentir? – me bufó.

-¿Nuestra Luna está acá? – sé que soné más entusiasmado de lo que quería.

-¡Búscala! – me exigió, y yo me paré como un resorte de donde estaba, ganándome la mirada de todos los hombres que me acompañaban.

-Voy... - mire hacia todos lados, buscando una excusa – Al baño – y sin esperar respuesta salí de allí.

-¿Qué te pasa? – me preguntó Anoki, mi Beta, por el link.

-Kenai dice que mi Luna está acá, la voy a buscar.

-¿La oliste?

-No, pero Kenai está seguro de que está acá.

-Buena suerte con tu búsqueda – me dijo en tono burlón, yo solo le gruñí mientras cerraba el link.

Rápidamente me di cuenta que mi Luna no estaba en el VIP, por lo que tenía que hundirme en esa masa de gente que se apretujaban unos con otros, bufé, sabiendo que se me iba a complicar bastante, el olor a sudor y alcohol predominaba demasiado, e iba a ser difícil encontrar un olor diferente a ese. Pasé entre las personas, empujando a algunos, recibiendo pisotones, pero no la encontraba, me estaba comenzando a impacientar y frustrar, y Kenai también.

Caminé hasta la barra y allí me apoyé, mientras miraba hacia todos lados e intentaba respirar algo diferente. Hasta que la vi, y fue como ver un ángel, se abría paso como podía entre las personas, su pelo castaño estaba algo despeinado, tenía su ceño levemente fruncido y sus ojos oscuros demostraban algo de molestia, su nariz respingona hacia juego con su preciosa cara, sus labios gruesos pintados de rojos, quise pasarle mis dedos o mis propios labios para sacarle ese labial y poder ver de qué color eran realmente. Su piel blanca, parecía hecha de la porcelana más pura. Tenía un vestido dorado lleno de lentejuelas que enseguida hizo que me empalme, con un escote pronunciado, y era corto, lo que dejaba ver sus kilométricas piernas. Mi Luna era humana, sin dudas era humana, pero nada podía importarme menos. Enseguida salí de mi estupefacción y caminé hacia ella, que ya se encontraba en la barra, pidiendo un trago, aún no podía olerla, pero sabía que era ella, tenía que ser ella. Me concentré más de la cuenta, intentando oler algo, hasta que llegó a mí, jazmín y menta, supe que ese olor sería mi perdición.

-Mía – gruñí en su cuello mientras la sujetaba de la cintura, sentí como su cuerpo se estremeció y el mío igual, mi cuerpo parecía que iba a colapsar en cualquier momento, tenía a mi Luna frente a mí. Cuando giró y me miró un poco asombrada, enseguida sus ojos se llenaron de excitación, y eso hizo que mis pantalones dolieran aún más.

Una Humana para el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora