Diecisiete

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[Einar]

Cuando dejé en su casa a Aitana y Kilian, tenía un mal presentimiento, Kenai me pidió una y otra vez que no me vaya, pero necesitaba respetar la decisión de Aitana, necesitaba darle su espacio, y me convencí que nada iba a pasar, que solamente era mi miedo al rechazo hablándome. Por eso cuando recibí su llamada y escuché su voz temblorosa, supe que algo iba realmente mal, cuando me dijo que había alguien en su casa, solo podía pensar en transformarme y llegar lo más rápido posible, pero sabía que eso no se podía. Por eso manejé lo más rápido que pude, saltándome muchas señales de tránsito, con miedo de que algo le pase a las personas que más amo en mi vida, sin ellos no sería absolutamente nada.

Al llegar a la casa, frené el auto y bajé rápidamente, inmediatamente un olor putrefacto llegó a mis fosas nasales, eran vampiros y tal como dijo mi hijo, eran dos. Cuando me escucharon debieron haberse ido, porque a pesar de haberlos buscado por fuera y dentro de la casa, no estaban más. Después de asegurarme que realmente no había nadie en la casa, le avisé a Aitana que podía salir, cuando los vi los abracé con fuerzas, nunca en mi vida había sentido tanto miedo.

Cuando llegamos a la manada de Red Blood suspiré con alivio, sabía que ya mi familia se encontraba a salvo. Frené el auto frente a la mansión de Mason y allí ya nos esperaba él con su Luna a lado, y varios de sus hombres. Cuando salimos de la casa de Aitana lo había contactado por el Link para pedirle alojamiento para Kilian y Aitana, por eso ya estaban preparados.

-Einar, ¿qué fue lo que pasó? – dijo al verme bajar, yo suspiré y negué con la cabeza.

-Habían dos vampiros en la casa de Aitana – dije mientras caminaba hacia la puerta de ella para abrirla – No sé quiénes eran, no sé qué buscaban, no entraron a la casa, solo se quedaron en el patio – le di mi mano a Aitana y la ayudé a bajar, Kilian estaba abrazado al cuello de su madre, pero atento al ver tanta gente a nuestro alrededor – Cuando me escucharon seguramente se fueron, porque no los encontré. Tampoco los busqué, necesitaba sacar a mi familia de ahí – Mason asintió con su cabeza de acuerdo conmigo.

-¿Qué vamos a hacer? Tienes a mi manada a tu disposición – dijo señalándome a sus hombres.

-Con protegerlos a ellos me es suficiente, yo voy a volver a la casa para ver si encuentro algo – dije serio, sentí como Aitana se giró para mirarme con miedo, miedo que pude oler.

-Tu luna y cachorro pueden quedarse el tiempo que sea necesario en la manada, pero tú no irás solo, siendo más recorreremos más territorio, no seas terco – me dijo Mason poniendo sus ojos en blanco y acercándose a Aitana, sentí el leve gruñido de mi cachorro y sonreí inconscientemente, amaba que siendo tan chiquito proteja tanto a su madre, me llenaba de orgullo.

-Tranquilo cachorro, no le haré nada a tu mamá – dijo con gracia Mason – debes enseñarle modales – me dijo riendo.

-Kilian – escuché la dulce voz de mi Luna – Él es amigo de tu papá, se llama Mason. Y ella es su novia, Irina – Kilian miró a Mason con desconfianza y me miró a mí, yo le asentí levemente y mi cachorro bajó la guardia, pero solo un poco – Saluda Kilian – le exigió mi Luna.

-Hola – dijo con su voz dulce.

-Hola precioso – dijo Irina con voz dulce mientras le dejaba una caricia en la mejilla regordeta de mi cachorro.

-Aiti – la llamé y ella dirigió sus ojos negros a mí – Iré con Mason a investigar un poco más ¿sí? Ustedes estarán bien acá, trata de descansar, en un rato volveré.

-Cuídate, por favor – me pidió con su voz cargada de preocupación, yo le sonreí con amor y besé suave y cortamente sus labios.

-Lo haré pequeña – dejé un corto beso más – Y tu cachorro, hiciste un gran trabajo hoy cuidando a mamá, cuídala hasta que vuelva ¿sí? Y duerman, los dos – dije dirigiendo mis ojos hacia Aitana.

-Si papi – dijo mi hijo sonriéndome, dejé un beso en su cabeza, me alejé unos pasos y comencé a caminar hacia mi auto, si miraba una vez más a Aitana me quedaría con ellos, no podía con sus ojitos cargados de preocupación.

-Ven Aitana, te enseñaré tu cuarto – escuché que le dijo Irina.

Mason subió en su jeep del lado del conductor y yo me monté del lado del acompañante, para comenzar el camino hacia la casa de mi Luna. En el camino le conté lo poco que sabía y descargué toda mi preocupación en él.

-¿Tu territorio está en guerra con algún clan de vampiros? – pregunté, tal vez eran novatos y no habían identificado que el olor en la casa de mi Luna era de Alfa, que no era parte de la manada de Mason.

-No. Hace mucho que no tenemos algún tipo de enfrentamiento – suspiré irritado y despeiné mi pelo - ¿Tú?

-Igual.

-¿No habrá vuelto? – me preguntó inseguro y cada músculo de mi cuerpo se puso aún más en tensión.

-Espero que no.

Cuando llegamos a la casa de Aitana, buscamos en los alrededores si lográbamos ver algo que nos pueda indicar quien acechaba a mi Luna y cachorro. Mi cuerpo se llenó de frustración cuando después de buscar, incluso en todo Seattle, no había rastros de nadie.

El viaje de retorno hacia la manada se hizo en completo silencio, Mason me prometió una y otra vez que su gente investigaría, es más, algunos habían quedado buscando pistas, pero nosotros volvíamos hacia nuestras Lunas.

-Einar – susurró mi Luna al sentirme a su lado, vi como sacó la cabeza de nuestro cachorro de su pecho y caminó rápidamente hacia mí - ¿Estás bien? – tomó mi cara entre sus pequeñas manos y me observó, buscando algún tipo de herida.

-Tranquila pequeña, estoy bien – le aseguré mientras la envolvía con mis brazos en un apretado abrazo, sentí como suspiró y relajó cada uno de sus músculos.

-¿Encontraron algo? – yo negué con la cabeza, con mucho pesar.

-Pero te prometo que no va a pasarles nada – le aseguré y ella asintió – Vuelve a la cama Luna – le pedí besando su cabeza.

-¿Y tú?

-Estaré en la habitación de alado.

-Duerme con nosotros – me pidió y yo suspiré agradecido, no me quería separar de ellos.

-¿Estás segura? – pero por más ganas que tenía, no quería presionarla. Ella en respuesta tomó mi mano y tiró de mí hacia la cama – Bien, voy al baño y vuelvo.

Después de hacer mis necesidades, me acosté a lado de mi Luna, ella me abrazó con fuerzas y dejó su cabeza en mi pecho. Nuestro cachorro se sentó en la cama, llamando nuestra atención, para después pasar por arriba de su madre y acostarse a lo largo de mi torso, sonreí extasiado de tenerlos a ambos entre mis brazos, y así, los tres caímos en los brazos de Morfeo.

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Acá les traigo el segundo capítulo del maratón, muchas gracias por coparse, son lo más!!!

Una Humana para el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora