Treinta y ocho

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[Einar]

Ver a mi Luna, caminar hacia mí con ese vestido blanco parecía una alucinación, parecía un ángel caminando hacia mí. Me concentré en sus emociones, quería saber que sentía en ese momento y maldije, amaba sus hormonas de embarazada y lo que había hecho mi marca con ella, pero este no era el momento. Mi Luna me devoraba con su mirada, y podía sentir su excitación, e inmediatamente yo mismo me vi excitado. Suspiré intentando concentrarme en otra cosa, pero no podía, ella caminando de forma tan sexy hacia mí no me dejaba.

Se me hizo muy difícil manejar la ceremonia con mi Luna a mi lado, su olor me embriagaba de una forma que más de una vez me vi perdido en lo que estaba diciendo, su excitación era otro fuerte distractor, sus pensamientos impuros que no se había dado cuenta que estaba compartiendo conmigo, habían logrado que quiera dejar esta ceremonia para otro momento y llevármela a cumplir cada cosa que estaba pensando. Pero no podía, esta ceremonia es importante, así como también es importante que logremos el apoyo de las manadas.

Como esta noche era de celebración, había un gran banquete para toda la manda y nuestros invitados, se escuchaba algo de música y parecía que todos los invitados se divertían. Miré hacia mi Luna que se encontraba con Aila, Irina y otras Lunas charlando de forma animada, su sonrisa me volvía completamente loco. Busqué a mi cachorro y sonreí al verlo corretear junto a otros cachorros de la manda, incluso había un par de niños que eran hijos de uno de los Alfa invitados.

Me acerqué a paso decidido donde los Alfas Adler, Berel y Maddox charlaban de forma animada, ellos me sonrieron y abrieron su ronda para que yo también participe, después de un amistoso saludo, Berel no pudo contenerse a ser el primero en hablar.

-Me preguntaba cuando vendrías – una sonrisa burlona decoró sus rostro, él sabía perfectamente porqué me acercaba a ellos, Otto se había encargado de visitar su manada hacía unas semanas.

-Agradezco que hayan podido venir a la coronación de mi Luna – les sonreí forzosamente.

-Pero no estamos acá únicamente por eso, ¿no es así? – volvió a hablar Berel, yo suspiré.

-No, están acá porque necesito que nos unamos, una guerra se avecina, y la victoria solo nos beneficiaría a todos.

-¿Una guerra? ¿Con quién? – me preguntó Adler frunciendo su ceño.

-Con el Conde Maksim – contestó Berel – Se lo dije a tu Delta, es muy riesgoso, muchos van a morir, y no quiero poner en riesgo a mi manada ni a mi familia, si perdemos...

-No vamos a perder – lo interrumpí – El Conde Maksim ha amenazado a mi familia, se atrevió a secuestrar a mi Luna, y sé que vendrá por ella de nuevo. Hoy está amenazando a mi familia, ¿pero cuánto faltará para que amenace a sus familias? Todos sabemos lo inestable que es, su propia hija lo sabe, ella fue la que ayudó a mi Luna a escapar.

-Cuenta conmigo y mi manada – dijo sin dudar Maddox, él también tenía historia con el Conde.

-Y con la nuestra también, es hora de que la tiranía de Maksim termine – dijo Melody, la Luna de Adler mientras se enganchaba de su brazo, Melody es una vampiresa, se conoció con Adler cuando escapaba del Conde Maksim y su clan.

-Mi Luna lo ha dicho, tienes nuestro apoyo – aseguró Adler, y yo sonreí feliz, era la quinta manada que aceptaba ayudarnos esta noche.

-Lo siento – me dijo Berel – mi respuesta sigue siendo no, estoy lidiando con los Rouge, no puedo enviarte soldados y dejar mi manda expuesta – el pesar de la mirada de Berel, me hacía saber que estaba siendo sincero conmigo.

Una Humana para el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora