Treinta

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[Einar]

Estaba desesperado, realmente desesperado, ya casi no podía dormir, ni comer, solamente existía para intentar convencer a las manadas de enfrentarnos al Conde Maksim, necesitaba volver a tener a mi Luna entre mis brazos, necesitaba sentir su olor, necesitaba escuchar como le canta suavemente a nuestro hijo para que se duerma, necesitaba sus besos y caricias, la necesitaba tanto que hasta me costaba respirar. Me estaba debilitando y lo sabía, esta vez sucedía mucho más rápido que la vez anterior, porque ahora sí habíamos compartido momentos juntos, tanto mi lobo como yo nos habíamos acostumbrado a tenerla, y ahora que no estaba con nosotros Kenai se debilitaba lentamente.

-Einar debes descansar, te vez como la mierda, te prometo hablar personalmente con cada Alfa e intentar convencerlos, pero no puedes seguir así – me dijo Mason yo solo lo miré y posé mi vista en la manada, estaba siendo un Alfa de mierda y lo sabía, pero por suerte Anoki y Otto la podían manejar lo suficientemente bien, y mi pueblo me entendía.

-No hasta tener a mi Luna conmigo – dije y escuché el suspiro de Mason.

-Chicos, les traigo algo para comer – escuché la voz de Irina entrando en mi despacho, ella había sido de gran ayuda estos días, se encargaba siempre de Kilian y de intentar distraerlo con lo que sea.

-Gracias mi Luna – le dijo Mason, sentí la mirada de Irina por lo que me giré para verla.

-No me iré de aquí hasta que comas algo – me desafió y yo levanté una ceja – Si ahora mismo te ve Aitana creo que infartaría, te ves del asco, así que vas a comer y luego a ducharte, nosotros nos encargaremos de llamar a esos Alfas inútiles – yo sonreí al escucharla, me recordaba mucho a mi pequeña Luna.

-¿Kilian? – pregunté sentándome en mi silla mientras comenzaba a comer bajo su atenta mirada.

-Ya almorzó y ahora se encuentra tomando su siesta, deberías de pasar algo de tiempo con él, no tiene a ninguno de sus dos padres en este momento – me regañó y yo asentí.

-Okey, comeré, me ducharé y pasaré tiempo con mi cachorro – le dije y ella sonrió.

-Así me gusta.

-Creo que estoy celoso – dijo Mason y ambos lo miramos – estaba diciéndole que debe descansar y llegas tú, le dices dos cosas y ya hace lo que tú digas – bufó y su Luna rió mientras se acercaba a él y le dejaba un beso en su mejilla.

-Es nuestro poder especial, hacer que ustedes hagan lo que queramos – con Mason gruñimos a la vez haciéndola reír.

-¡Alfa! – uno de mis hombres irrumpió en mi despacho sin siquiera tocar la puerta, yo me paré de mi silla y lo miré con atención.

-¿Qué es lo que sucede?

-La Luna... la Luna – dijo intentando recobrar su aliento y yo tensé todos mis músculos, donde no hablara le iba a arrancar la cabeza.

-¿Qué pasa con la Luna? – gruñí.

-La encontramos en los límites de la manada, el Beta Anoki y el Delta Otto se encuentran con ella, está inconsciente pero nadie puede acercarse a ella – frunció su ceño y yo lo aparté de mi vista para comenzar a correr hacia la salida y poder transformarme, sentí como detrás de mí venía Mason. Yo solo podía correr de forma casi ciega, sentí el olor de mi Luna y me estaba volviendo completamente loco.

Cuando llegué a ella se encontraba inconsciente acostada en el césped, mi hombres la rodeaban y yo no entendía por qué no la habían llevado al hospital. Me transformé desesperado, y me acerqué a la ronda, por suerte escuché los latidos de mi pequeña, eso hizo relajarme al menos un poco.

Una Humana para el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora