Treinta y cuatro

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[Einar]

No podía dejar de mirar a mi Luna, ella descansaba exhausta, habíamos hecho el amor y la había marcado, no podía apartar mi vista de su cuello, donde se encontraban nuestras iniciales enlazadas con un ancla, la marca es realmente perfecta. Enterré mi cara en su cuello y aspiré su olor, ese que ahora estaba aún más dulce por nuestro cachorro y se entremezclaba con mi propio aroma. Le coloqué una de mis remeras sin despertarla y me coloqué mi bóxer, ella me había enseñado que no podemos dormir desnudos porque Kilian suele irrumpir en nuestra habitación. Volví a su lado, y la envolví en mis brazos, para poco a poco comenzar a quedar dormido.

-Mami, papi, mami, papi – abrí mis ojos para encontrarme con los turquesas de Kilian que miraba alternativamente de su madre a mí, cuando se dio cuenta que me desperté me miró divertido y yo tiré de su cuerpo para comenzar a hacerle cosquillas - ¡No papi! No – sus carcajadas seguro se escuchaban en toda la manada.

-Tú fuiste un niño malo que despertó a sus papis de la siesta.

-¡Mami! – Y una carcajada lo interrumpió – Defiéndeme.

-Basta lobo malo, deja a mi niño en paz – dijo mi Luna intentando sacar mis manos del pequeño cuerpo de nuestro hijo.

-¿Lobo malo? – pregunté alzando una ceja, para después dirigir una de mis manos a su cuerpo, haciéndole cosquillas a ambos mientras se retorcían y me contagiaban con sus carcajadas.

-Basta, por favor – me pidió mi Luna, y dejé de hacerle cosquillas para después besar la cara de ambos, mientras ellos aún reían.

-Pica papi – me dijo Kilian intentando que mi cara no toque la suya, mi barba era lo que hacía que le pique.

-Bien, vamos a levantarnos, hay que merendar – dije mientras me levantaba de arriba de ellos para comenzar a caminar hacia el vestidor.

-¡Sí! ¡Quiero chocholate! – gritó Kilian parado arriba de la cama mientras alzaba sus brazos con alegría.

Después que Aitana se puso una calza, dejándose mi remera puesta, y yo me haya vestido, los tres bajamos hacia la cocina, donde Irina y Otto hacían la merienda, mientras Anoki y Mason charlaban tranquilamente.

-¡Buenas tardes! – saludó con una enorme sonrisa Aitana.

-Buenas... - Anoki se interrumpió y comenzó a olfatear, para que una pícara sonrisa adorne su boca - ¡Buenas tardes para ti pilluela! Sí que te sirvió tenerlo de niñeros a estos dos, te aprovechaste, desvergonzada – Aitana enseguida se sonrojó y escondió su cara en mi pecho.

-¡Felicidades amigo! – Mason se levantó de su lugar y chocó su puño contra el mío.

-¡Quiero verla! – pidió Anoki, refiriéndose a la marca mientras se acercaba a Aitana extendiendo su mano para poder tomar la remera que ella usaba.

-¡No la toques! – golpeé su mano y Aitana rió mientras ella misma le mostraba la marca.

-¡Es hermosa! ¡Felicidades chicos! – nos dijo Irina.

Ya era de noche y Kilian dormía en nuestra habitación, en el living de nuestra casa nos encontrábamos todos, aún quedaban muchas cosas por hablar, sabíamos que nos iban a atacar, posiblemente no ahora, ellos sabían que nosotros habíamos reforzado nuestra seguridad, iban a esperar que no estemos en alerta, pero eso no iba a pasar, hasta no acabar con el conde y sus príncipes, no iba a bajar la guardia.

-Necesitamos más aliados – dijo Mason y yo asentí con mi cabeza.

-Necesitamos hacer un ataque sorpresa, ellos van a esperar a que nosotros bajemos la guardia para atacarnos, pero estoy seguro que no se esperan que nosotros ataquemos – dije.

Una Humana para el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora