Nueve

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[Einar]

Escuché la dulce voz de Aitana mientras le cantaba a nuestro hijo, parecía un ángel, cerré mis ojos para dejarme guiar por su hermosa voz mientras apretaba a nuestro hijo contra mi pecho. Cuando terminó la canción dejé mis ojos cerrados, por si ella se creía que estaba dormido y me dejaba dormir con ellos. Y así fue, no me dijo nada, escuché cómo apagó la luz, dejó un beso en la cabeza de nuestro hijo y alargó su mano para acariciar mi mejilla suavemente, logrando que mi corazón explote de alegría. Cuando separó su mano de mi mejilla un vacío se instaló en mí, escuché cómo se acurrucaba contra nuestro hijo y dejaba un brazo en mi pecho, a los pocos minutos escuché su respiración pacífica, se había dormido.

(***)

Cuando desperté sentí mi corazón explotar de felicidad, quería que este despertar se repita una y mil veces más. Tenía a Kilian dormido arriba mío, su cabeza en mi pecho y el resto de su cuerpo en mi abdomen y piernas, a mi izquierda estaba Aitana, con su cabeza en mi pecho y uno de mis brazos rodeándola. No sabía en qué momento de la noche habíamos terminado así, pero me encantaba.

Miré a Kilian con sus ojitos cerrados, su ceño fruncido y una trompita en su boca, sus risos rubios estaban para todos lados, y su respiración acompasada me brindaba tranquilidad. Llevé mi mano hacia sus risos y los peiné, sacándolos de su carita. Después miré hacia Aitana, quien también tenía sus ojos cerrados, sus largas pestañas casi tocaban sus mejillas, en su pequeña nariz había algunas pequitas, y su boquita formaba el mismo puchero que Kilian, y yo moría por besarla. Uno de sus brazos rodeaba parte de mi abdomen y de la espalda de Kilian. Acaricié en silencio a mi Luna y mi cachorro, intentando que no se despierten, para poder disfrutar de este hermoso momento.

No sé cuánto tiempo pasamos así, en esa posición, yo dejándoles caricias donde podía, cuando sentí cómo Aitana comenzó a moverse, se apretó aún más contra mí de forma inconsciente y comenzó a abrir sus ojitos.

-Buenos días – le susurré sin dejar de mimarla, para acercarme a ella y dejarle un beso en su frente.

-Buenos días – me susurró ella y enseguida sus mejillas se tiñeron de rojo, yo sonreí con ternura - ¿cómo dormiste? Te usamos de almohada y colchón – intentó retirarse de la posición en la que estábamos, pero no la dejé, solo la apreté contra mí y gruñí suavemente, no quería que se separe de mí.

-Nunca dormí tan bien en mi vida, dormí aún mejor que cuando dormí por primera vez contigo. No sé si fue porque ahora nuestro hijo está con nosotros o porque cuando desperté no te habías ido – le dije y sentí como su corazón se aceleró con fuerzas, levantó su cara de mi pechó para poder mirarme con sus penetrantes ojos marrones.

-Perdón por irme esa noche, después que lo hice me arrepentí, y más cuando me enteré que estaba embarazada – suspiró – Pero cuando me desperté me dio miedo, y cuando vi la hora me entró el terror porque mi avión no demoraba mucho en salir – mordió su labio inferior y sentí como Kenai quería tomar el control para marcar a nuestra Luna, intenté controlarlo lo más que pude, y por suerte nuestro cachorro se despertó, desviando la atención de Kenai.

-¡Papi dormiste con nosotros! – Exclamó alegre nuestro cachorro mientras se apretaba más a mí, yo sonreí feliz y correspondí su abrazo – Gracias mami – le dejó un beso en la mejilla a Aitana y esta le sonrió con amor.

-Voy a preparar el desayuno – dijo Aitana intentando salir de mis brazos, pero yo no la dejé.

-Un ratito más, por favor – le rogué con mis ojos, y ella me sonrió de forma dulce, para después colocar su cabeza en mi pecho y abrazarnos a los dos.

Una Humana para el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora