Trece

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[Einar]

El contarle todo a Aitana me resultó sumamente complicado, ver cómo sus facciones se iban transformando, tranquilidad al principio, burla después, asombro, miedo, frustración. Sentía todas y cada una de las emociones de Aitana, me sentí aliviado de que no salga corriendo cuando le mostré a Kenai, incluso no sintió miedo en ese momento, pero me rechazó y eso nos dolió a Kenai y a mí. Su miedo se hizo fuerte cuando hablé de Kilian siendo uno de nosotros, cuando le conté que él necesitaba de nuestra manada y ahí mismo supe que ya había superado su límite.

El camino hacia el auto y desde que nos subimos a él, lo pasamos en silencio, un silencio incómodo, triste en mi caso. Odiaba la idea de que quiera alejarse de mí, de que rechace mi contacto, mi voz, sentía cómo cada vez que avanzaba mi corazón se apretaba cada vez más, la sensación de sentir que la estaba perdiendo me estaba rompiendo ya casi no podía respirar.

Llevé el auto a la orilla de la ruta y frené, para bajarme rápidamente, Kenai quería tomar el control y me estaba costando mucho mantenerlo a raya porque yo también quería transformarme en lobo y correr.

-Einar ¿pasa algo? – sentí como Aitana bajó del auto y me habló preocupada, mientras me veía caminar de un lado a otro, buscando calmarme.

-Aitana toma la llave del auto, en el hotel alguien te va a esperar para que le entregues la llave, ¿puedes manejar? – le pregunté y ella me miró frunciendo el ceño.

-¿Qué dices? ¿Y tú? – olí su preocupación y mi corazón se aceleró con esperanza.

-Luego alguien me viene a buscar.

-¿Quién? – me preguntó con su ceño fruncido, y olí un poco de celos.

-Andrew, es mi mano derecha en la empresa de acá – ella asintió pero aún no tomaba las llaves del auto.

-¿Por qué? ¿Qué vas a hacer? – la miré por unos segundos, debatiéndome qué contestarle, tiré de mis pelos con fuerza, cada segundo que pasaba Kenai se volvía más fuerte.

-Necesito correr – dije, sin más.

-Necesito que seas sincero conmigo – su voz no denotaba ninguna emoción, pero sentía su corazón latir con rapidez, estaba preocupada.

-No te estoy mintiendo – ella frunció su ceño y yo suspiré – Me duele mucho tu rechazo Aitana, y a Kenai aún más, lo estoy reteniendo usando toda mi fuerza de voluntad, necesito correr – volví a decir.

-No te estoy rechazando – me aseguró mientras daba un paso hacia atrás, sorprendida por mis palabras – Me acabo de enterar que los hombres lobos existen, que mi hijo es uno de ellos, necesito asimilar todo esto Einar, no pretendas que lo tome con normalidad cuando pensé que todo esto no era más que ficción – suspiró y llevó su pelo hacia atrás – No te estoy rechazando, a ninguno de los dos – susurró, y mi corazón se ralentizó, sentí recorrer por todo mi cuerpo el alivio y como Kenai se calmó solo un poco. Recosté mi cuerpo en el capó del auto y me permití estar allí en silencio durante unos minutos, decidiendo que hacer. Aitana se sentó a lado mío mirando al frente, sin decir nada, sumida en sus propios pensamientos.

-No tienes idea lo que me producen tus palabras Aitana, gracias – susurré y aclaré mi garganta – Aún necesito correr.

-¿A qué te refieres con correr?

-A dejar salir a Kenai y correr en cuatro patas.

-¿Kenai mata a personas? – yo fruncí mi ceño ante su pregunta y suspiré.

Una Humana para el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora