Capítulo 4

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Fuimos al establo, un gaucho nos ayudó a subirnos a los caballos, lo hice algo nerviosa, yo no era muy amigas de los animales.
-Van a intentar comer hojas de los árboles, no los dejen-el gaucho se rió- solo tienen que tirar de la rienda fuerte y darle un pequeño golpecito con el pie para que aceleren el paso, creo que ya les dije todo, ¡ahora a disfrutar!
Peter parecía estar más relajado que yo, hicimos que los caballos empiecen a caminar y emprendimos un camino a lo largo de todo el predio, efectivamente los caballos hicieron los que nos dijo el gaucho.
-Tirá de la rienda en el sentido contrario Mariana, y dale un golpecito chiquito, como nos explicaron-Peter se quedó paciente espetando a que salga de esa situación, cuando lo logré suspiré aliviada-¿viste? No era tan terrible-elevó sus cejas y me sonrió-¡vamos! Tenemos mucho para recorrer, este lugar es hermoso, si le das un golpecito más fuerte el caballo va a trotar, pero le tenes que dejar la rienda más suela así se siente más libre
-Sí que absorbiste toda la información rápido-me sorprendí, él asintió con la cabeza.
-Solo le presté atención porque quería saber como galopar, que es aún más fuerte que trotar.. ¿Te animas Mariana?-él me hizo señas y no se que se me pasó por la cabeza para terminar aceptando.
-Veamos.. Veamos como sale esto..
Después de decir esas palabras quise retractarme, pero ya era tarde, él había hecho que el caballo suyo acelere más rápido, hice lo que me había dicho minutos atrás y el mío se puso a galopar, me sentí libre, era una sensación linda, adrenalina pura, de un momento a otro me agarró pánico al darme cuenta de que yo ya no mandaba, mandaba el animal, todo se había salido de control, pasó al de Peter, tiré de las riendas para pararlo y después de tirar para intentar frenarlo sin éxito terminé cayéndome al suelo.
Quién paró cuando pudo fue Peter, se bajó del caballo y se agachó.
-¿Estas bien?-se preocupó-¿qué te duele?
-Voy a estar bien creo yo.. Seguro voy a tener dolor de espalda y de culo, pero no siento que me haya roto algo-solté un suspiro tratando de regularizar la situación-me dio miedo..
-Y los animales lo huelen..-Peter completó la frase de lo que iba a decir- vamos, volvamos caminando.. o.. ¿Necesitas que te lleve?
Se me formó esa imagen mental y asentí con la cabeza solo porque iba a ser una fantasía vuelta realidad.
-Creo que sí me duele la espalda..-exageré bastante, solo tenía una leve molestia.
Peter me cargó entre sus brazos para llevarme nuevamente por el camino que habíamos recorrido en caballo.
-Sos liviana eh-me sonrió.
-Vos seguro levantas pesas todos los días, sos jugador de fútbol, le debes al deporte la vida que tenes-asentí con la cabeza.
-¿Qué sabes vos de mi? Siento curiosidad..-dejó de caminar para mirarme a los ojos, su mirada me intimidó, me puso nerviosa.
-Lo que todos dicen.. No se más que eso..-mentira, lo sé absolutamente todo.
-Seguro lo que primero se te viene a la cabeza es mi mala fama.. Y es cierto, soy todo eso que dicen.. Pero no soy solo eso...-negó con la cabeza- soy más, soy humano, y por lo tanto también cometo errores, no me juzgo.. Y detesto que me juzguen.. Pero cuando tenes una profesión como la vida es imposible que no lo hagan, te exigen, sentís mucha presión.. Y terminas acostumbrándote.. Lamentablemente
Peter se quedó con la mirada perdida y después volvió a caminar sin soltarme, cuando llegamos a una zona donde habían sillas me senté a una, nos trajeron comida para almorzar.
-¿Estás pasándolo bien?-cambié de tema, él levanto su mirada y se encontró con la mía, asintió con la cabeza.
-¿Vos?-elevó sus cejas- a pesar de la caída, el dolor de espalda y de culo
Eso último hizo que me riera.
-No dudo de que mañana va a dolerme el culo-asentí con la cabeza y agarré mi copa con vino.
-¡Ey! Brindemos-él agarró su copa y la chocó con la mía- por momentos como estos en los que hay un poco de paz.. ¡Y por ganar el mundial de fútbol!-asintió con la cabeza, inevitablemente le sonreí, choqué nuevamente mi copa, ambos bebimos- me alegra el que seas mi mano derecha, pareces ser buena persona Mariana, no de esas que solo se acercan para tener chismes y repartirlos por todas las revistas e internet
Me puso algo mal que él tenga que tener mucho cuidado sobre quién lo rodea o no.
-Yo.. Me llamo Mariana, pero si preferís podes decirme Lali-cambié de tema, esbocé una pequeña sonrisa- ya que estamos siendo ambos transparentes, ese es mi apodo, el que me dicen las personas que me quieren..
-Es raro.. Lali, ¿de donde salió?-se rió.
-Todavía sigo esperando saber eso mismo, de donde nació-me encogí de hombros, agarré nuevamente la copa de vino y bebí-¿cual es tu placer culposo! ¿El mío? El vino, una copa todas las noches, con la cena..
Peter se quedó pensativo ante mi pregunta.
-Fácil, las mujeres, pero no me da culpa desearlas, pocas veces en la vida sentí culpa.. No conozco acerca de eso, y tampoco quiero tener ese sentimiento, dicen que es feo..-soltó un suspiro.
-Creé que lo es...-le respondí mientras me invadía eso, la culpa, anoche había dejado plantado a mi novio en una cena que aparentemente era muy importante.
-No pensemos en eso, ¡alegría! A disfrutar el ahora-chocó mi copa y bebió, después elevó sus cejas sonriéndome.
Terminamos comiendo postre y después caminamos por todo el terreno, estaba empezando a sentir el dolor de mi cuerpo pero no dije nada, cuando me subí al auto Peter se quedó mirándome.
-Te sentís mal, ¿no?-otra vez lo noté preocupado- dejá, yo manejo-me hizo señas para que saliera de mi auto.
Le hice caso y me senté en el asiento del acompañante.
-Se supone que tengo que llevarte yo a mi casa, no vos a mi departamento-todo estaba saliéndome mal.
-¿Quién dijo que iba a llevarte a tu departamento? Vamos a mi casa, llamo ahora mismo a un médico amigo, te llevaría a la guardia, pero van a reconocerme y especular rumores que no son ciertos, quiero salvarte de eso-asintió con la cabeza- ponete cómoda, te llevo a lo casa
Hecho y dicho Peter aceleró mi auto, puso la dirección en el GPS de su celular, en un corto tiempo llegamos a su barrio privado.
Él me cargó en sus brazos hacia el interior de su casa, me dijo que me sentara o recueste en el sillón.
Todo lo que estaba viviendo junto a él era parecido al guión de una novela que no estaba inventada, era un sueño, una fantasía, pero el dolor me trajo a la realidad, esto era real, una realidad.
Cuando llegó el médico amigo de Peter me hizo hacer algunos movimientos, me revisó.
-Estas bien, debe ser el dolor del impacto, se te va a pasar en unos días, pero si te seguís sintiéndote mal anda a la guardia, ¿dale?-él medico me miró y asentí con la cabeza, cuando se fue me quedé a solas con Peter.
-Mañana si no podes venir a buscarme no pasa nada eh, espero que te sientas mejor, ¿te llevo tu departamento ahora?-me miró expectante a mi respuesta.
-Mañana te llevo a donde necesites, tengo fe en que voy a sentirme mejor-solté un suspiro y asentí con la cabeza- esta bien
Terminé aceptando y nuevamente nos subimos al auto, en el viaje me puse a pensar que esto era una de las cosas más raras que me habían pasado en la vida, todo esto.
-¿Es acá?-Peter me señaló la puerta principal, asentí con la cabeza-perfecto vamos
¿Vamos?
-Gracias por traerme..
-Subo con vos.. Mañana tengo una reunión temprano por acá, tal vez mañana no puedas llevarme, pensé en que si no podes llevarme porque tu auto va a estar acá puedo manejarlo yo.. Necesito quedarme acá, no en un hotel en el que entren paparazzis y me saquen una foto hasta desayunando medias lunas-soltó un suspiro, yo me quedé estática.
¿Se había auto invitado a pasar una noche en mi departamento?
Deseé con todo mi ser el que no se le ocurra abrir un armario, que no vea mis recortes acerca de su vida.

Sin querer queriendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora