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El sábado por la tarde, justo después de almorzar, Namjoon se dejó caer en su cama con un suspiro y se cubrió los ojos con el antebrazo.

Necesitaba pensar, necesitaba pasar por un proceso de desintoxicación de Kim Seokjin, porque lo que se supone era cosa de una sola vez, se había repetido demasiado a lo largo de dos meses.

Después de clases pasaban un rato en la biblioteca, estudiando para lograr que Jin terminara el año y cuando terminaban con las fórmulas físicas, los problemas matemáticos, páginas y más páginas de información sobre historia, literatura y filosofía, se escondían en el baño o detrás de alguna estantería repleta de libros para besarse y frotarse uno contra el otro.

Cada tarde Namjoon sentía el corazón agitado cuando caminaban juntos de regreso a casa. Las manos sudorosas tenía que apretarlas en un puño porque de pronto tenia el impulso de entrelazar los dedos con Seokjin.

Y la atracción podía manejarla, el encanto físico, el deseo, era pasajero y bastante comprensible al mirar de cerca a Seokjin, que era demasiado guapo y seguro de si mismo. 

Pero la atracción poco a poco se transformaba en algo más. Le gustaba Seokjin y hasta podría decir que le estaba tomando algo de cariño, porque cuando dejaba de ser un idiota egolatra, era gracioso, agradable y hasta tierno, incluso llegaría tan lejos como para decir que era inteligente.

Pero también era falso, manipulador y fingía frente a los demás.

Namjoon había visto en primera fila lo cruel y desinteresado que podía ser con quien se enamoraba de él. Esas personas tan idiotas como para confesar sus sentimientos después de haberse entregado a Jin sin siquiera recibir un beso a cambio.

—Joon, Namjoon —La voz aguda de su madre gritándole desde la cocina hizo desvanecerse la imagen del castaño en su mente.

—¡Ya voy! —Gritó de vuelta y con un suspiro pesado se levantó para bajar las escaleras perezosamente.

—Namjoonie, hijito.

Hizo una mueca al escuchar el tono de su madre, 17 años de conocerla podían asegurarle que cuando la mujer le hablaba así era porque quería un favor que no seria nada agradable para él.

—Necesito que lleves esto —Le enseñó algunos "topper" apilados en una pequeña torre.

—Ok... ¿Es muy lejos? —Preguntó con inseguridad.

—Para nada —La mujer agitó una mano en el aire —Son para Jinnie.

—¡¿Que?! ¡Pero mamá! El es rico ¿Por que necesitaría comida?

—Hoy en el mercado me encontré con una conocida en común con sus padres y me enteré que llevan dos semanas en Taiwan.

—Pero tienen trabajadores en su casa para que le cocinen —Trató de debatir una vez mas.

La mujer suspiró y se llevó una mano a la cadera —Dudo que dejen personas trabajando cuando ellos no estan. Hijo, se que es difícil entenderlo para ti porque nunca has tenido ninguna carencia, pero...

—¡Pero Seokjin tampoco tiene!

—¡Namjoon no me interrumpas! No me refiero a carencias económicas, sino las que duelen de verdad, carencias emocionales.

Namjoon suspiró y bajo la cabeza —Si me contaras... podría entenderlo.

—No puedo hacerlo hijo, pero quizás te lo diga él si le preguntas.

—Olvidalo —Namjoon la desestimó y tomó los topper de la mesa —Iré.

—¡Espera!

Namjoon se detuvo cuando ya estaba llegando a la puerta.

¿Tenemos química? - (NamJin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora