Capitulo 14

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El curioseo y la excitación fue más grandes que él, sus manos se deslizaron desde las caderas de ella deteniéndose en las curvas de su trasero. Y sus manos estrujaron lentamente sus glúteos, ella largó un gemido entre el beso que le dio una presión forzosa punzante en su entrepierna, haciéndole sentir una molestia en sus pantalones

Las manos de ella ahora abandonaron su cabello para viajar por debajo de su uniforme, arriba de sus abdominales y Neville sintió que perdería la cabeza en cualquier momento; sin embargo, cuando sintió que las manos frías de ella seguían subiendo acariciando su pecho, con intenciones de quitar su camisa del medio, la lógica brilló momentáneamente en su cabeza.

—Ophelia... —su voz estaba grave, fue más como un jadeo ronco mientras que dejaba de besarla. Estaba embelesado de una manera que no creía posible—. Debemos...

Ella no le permitía seguir hablando, estampando sus labios una vez más con vehemencia. Ahora el mínimo rose desataba un ardor exuberante en su ser, y Neville sabía que debían parar. No sólo por el hecho que podrían ser descubiertos si algún estudiante curioso se le diera lujo de recorrer el lugar, y el pequeño detalle que era un chico hormonal de diecisiete años que jamás había visto una chica de esa forma. Y no quería sentir que le estaba faltando el respeto, sabía que si Ophelia no tuviera unas "copas de más" encima, jamás se le hubiera acercado.

Aquello le dio una tristeza tremenda en medio de tanta pasión. La alejó tomándola de los hombros con delicadeza, pero no lo suficiente para que sus narices y labios dejen de rosarse.
El aire comenzó a circular en sus pulmones de manera normal, sus mejillas seguían en llamas y hacía más calor de lo normal. Por lo menos, eso era lo que él sentía.

—Ophie —trató de buscar una excusa para que esto no se le saliera de las manos—. Deberíamos volver, se darán cuenta que no estoy y comenzarán a buscarme. Y debes dormir, estás borracha.

Ella ahora se había separado, y cada uno tenía su espacio personal. Ophelia profirió una risa.

—No estoy borracha, lo juro.

Pero de la manera en que ella le había dicho que sí lo estaba, y la manera que arrastraba las palabras decía todo lo contrario.

—Claro, Ophie. Claro que no lo estás.—Le contestó sonriendo. Le alcanzó la falda, y ella se la puso de mala gana. Aún no podía caminar en línea recta al mismo tiempo que tardaba en abotonarse la camisa, Neville la tomó de la cintura y comenzaron a ir hacia el castillo.

Había menos estudiantes en la sala común, dando a entender que algunos se habían ido a dormir. Uno de los que estaban aún despiertos era Seamus, que apenas los divisó, corrió hacia ellos.

La mirada de sospecha en sus pequeños ojos hizo que Neville se pusiera nervioso.

— ¿Dónde estaban ustedes?

Una sonrisa maligna se formó en la cara de Ophelia. —Estábamos bes---

— ¡Hablando! —la interrumpió Neville con sus mejillas arreboladas, mirándola sin poder creerlo.

— ¿De verdad? —Seamus alzó una ceja, sarcasmo en su tono de voz. Los labios de Neville y Ophelia, y el alrededor de éstos estaban extremadamente rojos, Seamus no se había tragado lo que Neville le había dicho ni un segundo.

—Sí, pero a Ophelia aquí, se le fue un poco la mano con la bebida y como ves... no está en su mejor momento —contestó, disfrazando la mejor mentira.

— ¡No estoy borracha, maldita sea! —exclamó ella.

Seamus comenzó a reír.—Ophie, no puedes ni caminar derecha y parece que caerás desmayada en cualquier momento.

Ophelia hizo un mohín y comenzó a caminar hacia su cuarto, tambaleante. —Que se jodan, voy a dormir si eso es lo que quieren.

—Te acompañaré —se ofreció Neville—. Buenas noches, Seamus.—comentó.

El contrario asintió viéndolos marchar. Ophelia entró, a paso inestable y Neville cerró la puerta tras él. Ophelia murmuraba por lo bajo cosas que no podía entender, gruñendo y Neville estaba seguro que lo decía no tenía sentido. Ella comenzó a deshacerse de su ropa, sin importarle la presencia del Segundo que no hizo nada para apartar la mirada. El cuerpo semi-desnudo de ella parecía brillar ante la luz de la luna que iluminaba la habitación a pesar de que la cortina de la ventana estaba cerrada a medias, y era puro arte. Neville amaba el arte, y Ophelia era una obra maestra.

Ella se acostó en la cama, metiéndose debajo de las sábanas con algo de dificultad por la inestabilidad que provocaba los estragos del alcohol. Él no perdió tiempo en tomar posición al lado de ella pero antes se había deshecho de su suéter que le molestaba a la hora de dormir. Neville dudó en hacer lo siguiente, ya que ella estaba de espaldas, pero al final se decidió en abrazarla por la cintura y acercarla a él. Ophelia jamás opuso resistencia, entrelazando sus manos con las de él.

Neville sentía que explotaba en felicidad al ver que no le había rechazado.

   Él finalmente tenía a la chica.

Little slut |Neville Longbottom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora