— ¿No te ha hablado aún, no? —preguntó Seamus a Ophelia.Seamus estaba sentado al lado de ella, masticando su desayuno. Ophelia se pasó las manos por su cabello de oro, con clara exasperación.
—Me ha estado evitando.
—Está confundido.
—Creí que había sido impulsiva en mi maldito ataque de celos pero---
— ¡Seamus! —la voz de Lee Jordan hizo que el antes nombrado rodara los ojos—. ¡Vamos!
—Me tengo que ir... Por cierto, lo de Hannah fue una mentira mía, sólo quería que enfrentaras tus sentimientos.
—¡Tonto!
—¡Lo siento!
Se levantó de inmediato, y a zancadas se dirigió a la clase de Herbologia a la cual había faltado para no ver a Hannah junto a Neville.
Si tenía suerte por el simple hecho que desde que se besaron, el estuvo evitándola. Toda una semana, donde el buen humor con el que había salido después del beso, se había disipado convirtiéndose en todo lo contrario. Básicamente, el no estaba donde tenía que estar y cuando lo veía, se iba para otro lado lo más rápido que podía.
El estaba allí, sin embargo. Y cuando la vio, se paralizó y se aproximó a la puerta pero ella lo detuvo sujetando su brazo.
—No quiero sonar grosero, pero ¿Podrías soltarme?
—No lo haré hasta que me digas por qué diablos me estás evitando.
El no posó sus ojos los de ella, los dirigió al suelo, como si el piso fuera más interesante que Ophelia.
—No estoy evitándote —murmuró.
—Oh, ¡¿de verdad?! —soltó con sarcasmo—. Nos besamos y lo primero que haces es huir.
— ¡Tú me besaste! —se defendió.
Ophelia no lo podía creer, la furia que tenía contenida, salió a flote. —Entonces, ¡¿tú besándome también, tus manos en mi cintura y tu corazón acelerado fue todo parte de mi maldita imaginación?!
El se mantuvo en silencio, y esta vez sí la miraba y no sabía que decir pero lo que dijo después, la dejo más helada.
—Mi error, no va a volver a pasar. Ahora, déjame.
Su expresión mostraba que estaba dolida por aquellas palabras.
—No fue un error... Al menos no para mí.
La expresión en la cara de Neville se había suavizado. Estaban bastante cerca otra vez, podía sentir los ojos de ella, atravesándola buscando alguna respuesta y ésta fue un hilo de voz.
—Está mal, Ophelia... Tu estás con alguien más y yo. No quiero que los rumores sobre ti sigan.
— ¿Acaso piensas que no pensé miles de veces? —lo interrumpió. La conversación había pasado de gritos a oraciones susurradas—. Lo pienso, todo el tiempo... también pienso en esto, en nosotros. no puedo evitarlo. Lo siento si he hecho las cosas mal hasta ahora pero jamás creí que podría conocer alguien como tú...
La sensación familiar de los labios de Neville sobre los de ella se repitió otra vez. Era un beso cálido, suave y sin presión. Se mantuvo inmóvil por unos segundos y luego comenzó a corresponderle por pura costumbre y por el vago sentimiento de lo bien que sentía estar tan cerca de él. Su corazón latía desaforado, una vez más y tenía ganas de golpearse así misma por todos los pros y contras que había con lo que estaban haciendo. Los contras afloraron en su mente como un cuadro grande de advertencia que brillaba en luz roja.
—Neville... —susurró ella, su frente aún pegada con la de el, sus ojos se enfocaban en el suplicantes.—Dime que no sientes lo mismo, y no te molestaré más.
Podía sentir su pesada respiración y si levantaba a la cabeza y lo miraba fijamente, sabía que iba a caer y que no iba a poder negarse más a él. No sabía lo que era, no sabía lo que tenía pero Neville la hacía sentir tan frágil, tan de tan. No tenía idea. Siempre supo que había alguna conexión especial entre ellos, quizás desde la primera vez que posó sus ojos en él. Se trató de convencer que era solo el deseo de una fuerte amistad, alejando cualquier deseo físico, psicológico, filosófico que tenía hacia él.
Neville tenía unas ganas de volver a besarla hasta que los labios le dolieran, hacer cosas indebidas con ella hasta que los atrapen. Le daban ganas de correr, de gritar y desaparecer para siempre. Se maldijo así mismo por como sus sentimientos estaban traicionándolo. E iba a rendirse ante sus ojos, iba a hacerlo.
— ¿Neville, se puede pasar? —la voz de Hannah del otro lado de la puerta hizo que Neville se alejara a un espacio prudente entre ellos.
—Sí, sí puedes.
Ophelia salió de la habitación sin decir una palabra y listo para olvidarse todo lo que había pasado con Neville.
El jamás la detuvo.
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Little slut |Neville Longbottom.
Fanfiction-¿Por qué lo haces? -¿Hacer qué? - Dejas que hablen a tus espaldas... -Solo me aman cuando pueden tenerme en sus camas.