Extra 2

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Longbottom Granger

El tiempo pasaba mientras que Ophelia y Neville intentaban concebir cosa que se había complicado en los primeros meses, además de eso la presión que tuvieron al mudarse a Hogwarts para trabajar y sin contar la publicación de Rita Skeeter sobre ellos.

"Disfrutando un poco más de whisky de Ogden del que se esperaría de los cuidadores de nuestros hijos"

Para su suerte luego de muchas pruebas negativas, Ophelia pudo tener aquella bebé que con tantas ansias esperaba, el día del parto fue auxiliada en San Mungo donde Ginny (Ahora conocida como Ginny Potter) fue de las primeras en ver a la nueva Longbottom.

—Es preciosa.—Ginny la miró en brazos de su madre.

—Se parece mucho a ti.—Comentó Harry mirando a la rubia.—Espero que sea amiga de nuestro bebé cuando nazca.

Ginny acarició su aún pequeña pancita de embarazada.

—Déjala crecer y estoy 100% segura de que será igual a su padre.—Sonrió mirando a su esposo quien tenía sus ojos enrojecidos luego de llorar de la felicidad al ver a su hija.

—¿Ya tiene nombre?—Cuestionó Ginny.

—Jean Alice Longbottom Granger.—Contestó Ophelia.

Su mirada se dirigió a su esposo el cual todavía estaba incrédulo de ver aquella bebé suya.

—¿Quieres cargarla?

—No sé hacerlo.—Habló rápidamente y no mentía.

—Mira, pon tus brazos como yo.—Le mostró y el hizo lo mismo, con mucho cuidado la acomodo en sus brazos.—Sostenla contra tu pecho, se quedará tranquila.

—Se parece mucho a ti.-Aseguró arrullándola.

La familia no tardó el festejar el nacimiento de la pequeña, Ophelia no podía sentir una felicidad más grande que ver a su esposo el cual la amaba incondicionalmente y a su pequeña fruto de su amor, finalmente se sentía querida, apreciada y feliz. Aquella pequeña creció en un hogar amoroso, pues sus padres la adoraban al ser su única hija además de ser un poco protectores con ella, hasta que finalmente el día llegó.

—Mami, por favor déjame ir sola.—Habló Jean de 11 años quien estaba tomada de las manos de sus padres.

—Cuando encontremos a la tía Ginny podrás ir.—La rubia rio mirando a su hija.

—Y ahí están.—Neville señaló a la familia Potter-Weasley.

—¡James, James!—Jean se soltó de sus padres y corrió hasta su amigo con una sonrisa.

—Ophelia.—Ginny besó la mejilla de su contraria.—Que bueno verlos.

—Llegan a tiempo, el expreso está a punto de partir.—Harry interrumpió.

—Iré a despedirla.—La rubia avisó a su esposo el cual se mantuvo charlando con sus amigos.

Claro que de todas formas se verían en Hogwarts pero sabía que su hija haría lo posible para no ir a enfermería y ganarse un regaño de su progenitora.

—Pórtate bien, si alguien te molesta dímelo y te aseguro que le daré la medicina mas fea que encuentre.—La adulta se puso a la altura de su hija.

—Si mamá.

—No te metas en muchos problemas.

—Si mamá.

—Y nada de chicos, al menos hasta que tengas 20 años.—Bromeó... Tal vez.

—Si mamá.

—¿Ya le diste un beso de despedida a tu padre?—Achinó sus ojos.

—Si... ¡No mamá!—Habló apurada corriendo hacia el.

Ella sonrió, ¿En que momento había crecido tanto? Se enderezó notando una pequeña familia a tan sólo unos metros de ella.

—Ten un buen viaje, Scorpius.—Una voz femenina llegó a sus oídos.

Ahí estaban los Malfoy; Draco, Astoria y su pequeño, suspiró teniendo aquellos tormentosos recuerdos de su juventud y por inercia tocó aquella cicatriz que Bellatrix le hizo años atrás, su piel se erizó hasta que finalmente el platinado levantó su mirada a ella.

Unos segundos que se volvieron eternos para ella, ahora con su madurez reconoció que su relación no fue sana y aquel chico se había aprovechado de su debilidad para manipularla a su antojo, quizás debía darle una bofetada pues se la merecía pero al contrario de eso intento sonreírle como pudo y con un asentimiento de cabeza lo saludo y despidió, decidió perdonarlo, a todos los que alguna vez le hicieron daño los perdono.

De nada le servía tener aquel resentimiento guardado, la vida de todos había continuado y ella no sería la excepción esta vez, en todo ese tiempo aprendió a dejar ir lo malo para seguir adelante. Finalmente pasó de largo sin importarle su mirada sobre ella, a Ophelia la única mirada que le importaba tener sobre si misma era la de su esposo.

—Aquí está mi bella esposa.—Murmuró abrazándola y besando su cabeza.

—¡Adiós!—Los niños en el tren de despedían mientras este partía.

La pareja despidió a su hija al igual que el resto, Ophelia se sintió completa en ese momento y quiso llorar, ¿En serio luego de tanto había conseguido todo ese amor? Tenía al esposo que había soñado, una hija y su familia estaba más unida que nunca, Neville había rescatado todo ese amor que las personas se habían asegurado de destrozarle, nunca más tuvo miedo de querer sin ser correspondida pues todo lo que necesitaba ya lo tenía.

—Nev, te amo.—Habló mientras se despegaba de su pecho.

—Y yo te amo a ti, Ophie.—Suspiró completamente enamorado de su mujer.

—Te amare toda la vida.—Aseguró ella volviendo abrazarlo.

Neville no pudo evitar sonrojarse, sabía que su amor era lo más puro que alguna vez tuvo en su vida, y nunca se arrepentiría de todo lo que pasaron hasta ese punto. Ophelia y el estaban hechos el uno para el otro, nunca nadie ni nada volvería a separarlos de eso estaban seguros.

Little slut |Neville Longbottom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora