Cap 31 Pensativa en el tatami japonés

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Iba de camino al colegio sin la espera de nadie, tomé mis zapatos y le fuí, me merecía no ser esperada por lo que hice, sin embargo tampoco fue mi culpa. Me estaba afectando el estrés en mi vida social, no me asustaría que las personas que estén a mi lado, se vallan solo que me dejaría una herida irreparable en una parte de mi ser. Nunca me ha gustado herir a la gente como a mí no me gustaría ser dañada, no baje la cabeza por presión, no quise llamar la atención, total... No debo de decirle mis pensamientos a nadie que no conozco

- Buenos días señorita Sayuri, llegando temprano como de costumbre -- Me saludo la profesora de gimnasia, Taiso, nunca quitaba su sonrisa desde que tuvimos esa práctica en el campo gigante de nuestra escuela, me he preguntado si ella es feliz en verdad
- Buenos días profesora Taiso, claro... Tengo que hacerlo para recorrer un poco la escuela, usted sabe la distracción de una adolescente en estos días
- ¡Oh claro! Es mejor que pasarla en el celular, suerte con las clases
- Gracias -- Me dispuse a cambiarme los zapatos negros que traía por los de la escuela, unos rojos con blanco, era de tercer año, los de tercero usan rojo. Dejando eso de lado, me acomodaba mis flequillos que me estorbaban pasando los detrás de mi oreja, unas voces de chicas susurraban mi nombre, me detuve en ponerme los zapatos, escuché sus rumores que era la chica "Deseada de dos" eso no me molestó para nada, después se rieron de mi diciendo que esa cara linda que tengo, los enamore desde el primer día que los conocí cuando solo saben lo que vieron, ellas ya se iban, no me importó un bledo lo que ellas pensaban, pero quería decirles que se equivocaban y verlas a los ojos y decirle sus verdades a la cara, no solo ellas eran, chicos de primer año y de segundo murmureando lo que saben de mi, por los rumores que se esparcieron en la escuela hace un mes y medio, parece una historia de romance que no se va a olvidar en poco tiempo, iba a avanzar, sentí que mis pies y mis dedos estaban engarrotados, mire y mis zapatos estaban al revés, di un suspiro pequeño y tuve que volver a ponermelos ya sintiéndome arta de lo que he escuchado a mis espaldas. En ese momento escuché la voz de Budo ayudándome a ponerme los zapatos, suavemente y con delicadeza para unas manos como las de Budo, se ve que si es alguien más lo lastimaria.

Las manos de Budo son tan varoniles que me quedé observandolas sin quitar mis ojos de ellas, sus dedos eran hermosos, sus manos estaban marcadas con sus venas resaltantes y sus huesos, me relami los labios de solo verlas, terminó de solo ponerme mis zapatos y me dijo que cambiará mis zapatos si no eran de mi talla, suspiré y le agradecí por haberme ayudado, solo me tomo de la mano y fuimos al club a cambiarnos de ropa, Budo le pareció raro que fuera al club tan temprano, que yo solo lo hacía las tardes hasta el final del día. Los chicos del club todavía no llegaban a cambiarse, las puertas del club se cerraron por Budo solo quedándonos el y yo solos. Mi querido Budo se empezó a quitar su chaqueta de su uniforme Gakuran, viéndose su camisa de manga larga, subiendose las mangas para desabrocharse las mismas, me llamo bastante la atención, sus antebrazos estaban marcados y eran llamativos para mí, Budo se dió cuenta de que lo veía con cuidado, el me sonrió enseñando sus dientes, me ruborice tanto que decidí meterme al vestidor y cambiarme, Budo se cambió fuera del vestidor y yo adentro. Mientras me quitaba la falda y mi uniforme, se escuchaba la tela como resbalaba en su cuerpo, nunca he visto el cuerpo de Budo realmente, pero tenía ganas de hacerlo. En el vestidor, había una cortina blanca para taparse, solo la abrí un poco y Vi de espaldas a Budo poniéndose su pantalón del club, su espalda era tonificada y con rasgos que te enamoraban, sentí calor por mi cuello hacia mis piernas, solo cerré la cortina por qué había sentido que Budo se había dado cuenta de que lo había visto, por descuido mío, se me había caído mi uniforme fuera de la cortina, se hizo ruido con los colgantes de la cortina y Budo me había pasado mi uniforme por abajo de ella,

- Lo siento... Un descuido mío -- escuché un respiro de Budo al tomar mi uniforme, no le dije nada y solo me apresure a cambiarme y salí como sin nada. Lo tonta que fui en ese momento fue que me sentí tan nerviosa, que Budo se dió cuenta rápidamente de que lo había espiado, solo le menti contestandole que nunca me había vestido con un chico a solas de un club. En realidad, nunca lo hice. Se rió del comentario que dije y me dijo que empezaríamos antes que los demás
- ¿Te gustaría empezar antes que los demás? Espera... Es el regalo que te di al llegar a Tokio... Te queda muy bonito -- me sonríe tiernamente -- tu mano luce hermosa con esa pulsera que te di, tu piel es tan suave...
¿Me espiaste mientras me cambiaba?
¿Te gustó?
- Budo... ¿Te parece si comenzamos ya...?
- Te pusiste nerviosa -- una linda risa por parte de Budo, me aceleró mi corazón por cien, tuve bochorno caluroso y temblé de lo ruborizada y enamorada que estaba de Budo --
¿Eso es cosa de nerviosismo...?
- ¡Budo!
- Solo estoy bromeando -- se ríe mientras lo dice, cubriendo su boca con su mano -- Disculpa si te traje tan rápido al club, quería que estuviéramos un rato a solas... ¿No te pone ....
- Desde que participe en este club nunca vine tan temprano como ahora lo hice, es algo extraño -- el abre mucho sus ojos de lo rápida que fui al hablar sin que él terminara de hablar.
- Calculé los horarios en los que vienes al colegio, me levanté muy temprano para poder pasar tiempo contigo -- Se puso a calentar mientras me sonreía
-- Budo se acerca tanto a mi, pegando su grande rodilla junto con mi pequeño muslo a comparación a el de él, me ruborice y temblé que casi no se notaba -- ¿Quieres que permanezca junto a ti? Estás... Temblando...? ¿Tienes fiebre? ¡Tu cara está muy caliente...!
- No estoy enferma, Budo...
- Puedes quitarte el uwagui, si lo necesitas... -- al quitarme la polera sin botones, uwagui cómo dijo Budo, me sentí un poco fresca al calor que traía con el uwagui, después la voz de Budo empezo a tartamudear, tuve que verlo a los ojos y estaba tan rojo como un tomate que tuve que preguntarle más de tres veces que pasaba
- Abi, tu... Tus vendas se desataron... Te ayudo...
- ¿Qué? Pero si las ajuste bien...
- Te ayudaré, estabas muy nerviosa que no te las acomodaste correctamente, pero antes ¿Puedo hacer esto?
- ¿Qué vas a hacer?, Budo... -- Budo paso sus grandes manos por mi cintura terminando en mi abdomen, luego, las yemas de sus cinco dedos por mi espalda fina, se creo un silencio corto que era incómodo pero relajante
- Tienes la piel bastante suave, como la de un recién nacido... ¿Te cuidas la piel?
- Nunca me he puesto alguna crema para la piel... Solo las veces que tenía raspones severos... -- Budo se acerca a olerme y después pasar sus labios por mi espalda, yo desnuda de la espalda y cubierta de mis pechos, no estaba bien, voltee mi cabeza hacía otro lado para no ver los ojos de Budo viéndome, él me dijo al oído que le gustó sentir mi piel, la beso y termino poniéndome las vendas que iban cubriendo mis pechos para que el uwagui no me descubriera y se viera algo obsceno, me puso las vendas como debían de ponerse, pero sus brazos los puso en mi delgada y arqueada cintura. De verdad me abrazo. Pide escuchar su fuerte respiración por mi cuello. Esa respiración creo un calor que me dio nervios. Mi temperatura subió, de modo que no fue la misma que el anterior calor que produje por mi nerviosismo.

EL AMULETO CENTRAL DEL UNIVERSO - EL PORTADOR CONTEMPORÁNEO VOLÚMEN IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora